lunes, 19 de octubre de 2015

DIOS ES LUZ



1 Juan 1:1-10
La palabra de vida


1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida

2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);

3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

4 Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.
Dios es luz

5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.

6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;

7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

Dios es luz, desde siempre,
y brilla ahora en nosotros
(Ap 21:23; 22:5)

Podemos destacar, que la Biblia comienza y termina con el tema de la luz (Gn 1:3,14-18; Ap 21:23; 22:5), y de hecho, es uno de los temas más centrales de todo el libro.[1] En el Apocalipsis, la primera descripción del Hijo de hombre señala que "su rostro era como el sol cuando brilla con todo su esplendor" (1:16; cf. 10:1; 22:16; Mt 17:2). 

La primera visión de Dios describe "al que está sentado en el trono" no con símbolos antropomórficos (cabello blanco, ojos como fuego) sino por el hermoso brillo de tres gemas (jaspe, cornalina y esmeralda) que proyectan todo el espectro policromático del arco iris (4:3). Dios es luz, y en forma muy apropiada el Apocalipsis describe a Dios y a su reino por la belleza de la luz reflejada y refractada por las más bellas joyas de toda la creación (21:11,18-21).[2] De los ángeles también se destaca el brillo de su luz (10:1; 18:1, el esplendor del ángel iluminó toda la tierra; cf. 15:6). La esposa del Cordero viste lino resplandeciente (lo que no es una propiedad natural del lino; 19:8; vs. 18:12,16) y la nueva Jerusalén, que es ella misma, "resplandecía con la gloria de Dios" (21:11).[3] Mientras el destino final de Babilonia es de tinieblas densas e impenetrables, sin tener ni una lámpara (18:23; cf. 8:12; 9:2; 16:10)[4], la historia de la luz de la gloria de Dios culmina en una permanente teofanía, cuando todo será revelación de Dios en su gloria y hermosura (NIDOTT I:328).

Isaías 60:19, que Juan cita en 21:23, tiene su propia teología de luz y tinieblas.[5] En el capítulo anterior el profeta denuncia el pecado, la injusticia y violencia en el pueblo:

La mano del Yahvéh no es corta para salvar,
ni es sordo su oído para oír.
Son las iniquidades de ustedes las que los separan de su Dios...
Ustedes tienen las manos manchadas de sangre
y los dedos manchados de iniquidad.

Sus labios dicen mentiras...
Nadie clama por la justicia...
Se apresuran a derramar sangre inocente (Is 59:1-4,7).

El resultado de tanto pecado no puede ser luz, sino con su pecado engendran tinieblas:

Conciben malicia y dan a luz perversidad...

Esperábamos luz, pero todo es tinieblas;
claridad, pero andamos en densa oscuridad.

Vamos palpando la pared como los ciegos,
andamos a tientas como los que no tienen ojos.

En pleno mediodía tropezamos como si fuera de noche
(59:4,9-10).\

Pero entonces el pueblo se arrepiente y busca a Dios de nuevo:

Hemos sido rebeldes, hemos negado a Yahvéh.

¡Le hemos vuelto la espada a nuestro Dios!
Fomentamos la opresión y la traición,
proferimos las mentiras concebidas en nuestro corazón...

Yahvéh lo ha visto y le ha disgustado ver que no hay justicia alguna...
Por eso su propio brazo vendrá a salvarlos;
su propia justicia los sostendrá...

El Redentor vendrá a Sión',
¡vendrá a todos los de Jacob que se arrepientan de su rebeldía (59:13-16,20)

Ahora, con el arrepentimiento y conversión del pueblo, nace la luz sobre ellos. La transformación es total y muy dramática:


¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado!

¡La gloria de Yahvéh brilla sobre tí!

Mira, las tinieblas cubren la tierra,
y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos.

Pero la aurora de Yahvéh brillará sobre ti,
sobre ti se manifestará su gloria.

Las naciones serán guiadas por tu luz, cf 42.6
y los reyes por tu amanecer esplendoroso...

Verás eso y te pondrás radiante de alegría (60:1-3).

Igual que en Apocalipsis 21, la gloria del Señor es la forma específica de esa anhelada luz.[6] Y será tal la gloria divina en toda la tierra, que ya no harán falta el sol y la luna:

Ya no será el sol tu luz durante el día,
ni con su resplandor te alumbrará la luna,
porque Yahvéh será tu luz eterna;
tu Dios será tu gloria.

Tu sol no volverá a ponerse,
ni menguará tu luna;
será Yahvéh tu luz eterna,
y llegarán a su fin tus días de duelo (Is 60:19-20).

Dios como la luz del mundo es también el tema de muchos salmos:

Yahvéh es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?

Yahvéh es el baluarte de mi vida,
¿quién podrá amedrentarme? ...

Una sola cosa le pido a Yahvéh,
y es lo único que persigo:
habitar en la casa de Yahvéh,
todos los días de mi vida,
para contemplar la hermosura de Yahvéh
y recrearme en su templo... (Sal 27:1-4; cf. Ap 21:3)


Porque en ti está la fuente de la vida,
y en tu luz podemos ver la luz (Sal 36:10; cf. Jn 1:4).

Yahvéh mi Dios, tu eres grandioso;
te has revestido de gloria y majestad.
Te cubres de luz como con un manto;
extiendes los cielos como un velo...
Tu hiciste la luna, que marca las estaciones,
y el sol que sabe cuando ocultarse.
Tu traes la oscuridad, y cae la noche...
pero al salir el sol... sale la gente a cumplir sus tareas...
Cantaré a Yahvéh toda mi vida (Sal 104:2,19-23,33)

Para el salmista, la luz de Dios se nos comunica por su palabra, para iluminar la senda de nuestra vida:


Tu palabra es una lámpara a mis pies;
es una luz en mi sendero...
La exposición de tu palabra nos da luz,
y da entendimiento al sencillo (Sal 119:105,130)

El Nuevo Testamento mantiene esta teología de la luz, pero con variantes y avances. "Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad" (1Jn 1:5). Es "el Padre de las luces, en quien no hay cambios ni sombra de cambios" (Stg 1:17 BJ; cf. 2Co 4:6), "que vive en luz inaccesible, a quien nadie ha visto ni puede ver" (1Tm 6:16). Pero el Nuevo Testamento da al tema un énfasis cristológico y no duda en llamar a Cristo, igual que el Padre, como "la luz del mundo" (Jn 8:12). Los evangelios sinópticos ven a Jesús como cumplimiento de las promesas proféticas del Mesías como luz a las naciones en medio de las tinieblas (Mt 4:16 con Is 9:2; cf. Ro 2:19; Lc 2:32 con Is 42:6; 49:6).[7] El cuarto evangelio relaciona ese tema con la encarnación como presencia de Dios en la tierra, con mención especial del tiempo de la vida terrestre de Jesús (Jn 8:12; cf. 1:3; 9:15; 12:35-36). Para la escatología realizada de Juan, desde la encarnación de Cristo "las tinieblas se van desvaneciendo y brilla la luz verdadera" (1Jn 2:8).

En el libro de los Hechos los tres relatos de la conversión de Pablo (Hch 9:1-9; 22:1-11; 26:12-18) destacan la importancia de la luz en su encuentro con el Señor. Según la defensa ante Agripa, Cristo lo comisionó a Pablo "para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz" (26:18). En textos como Hch 26:23 la predicación del evangelio se describe como "proclamar la luz". Según 2Tm 1.10, Cristo "destruyó la muerte y sacó a luz la vida incorruptible mediante el evangelio". En paralelismo con la misión de Jesús, Pablo también está enviado a traer luz a los ciegos y a los que están en la oscuridad (Hch 13:47; Ro 2:10; Is 42:7; 49:6). En estos pasajes, "la luz" es sinónimo del evangelio (1P 2:9).[8]


En su gran declaración de la fiesta de cabañas, cuando Jesús proclamó, "Yo soy la luz del mundo", dijo a continuación, "El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8:12). En Cristo, Dios nos da la luz de su rostro para que andemos en ella (1 Jn 1:7). Es más: Jesús, quien es la luz del mundo, dijo también que nosotros somos la luz del mundo (Mt 5:14; cf. Ef 5:8). Según el impresionante símil de Filipenses 2:15, somos hijos de luz que "brillan como estrellas en el firmamento" (Fil 2:15; 1Ts 5:5). "Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo" (2Co 4:6).

Aquí debemos recordar también que el brillo del "lino resplandeciente" del vestido de la novia del Cordero consiste precisamente en las obras justas nuestras; es en nuestro compromiso, aquí en esta tierra, con el reino de Dios y su justicia que brilla la gloria de Dios en nosotros (Ap 19:8). En términos similares, el Salmo 90 describe el reflejo del resplandor de Dios en nosotros y nuestras vidas: "¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos, y tu esplendor a sus descendientes! Que la hermosura del Señor [NoYaM-AaDoNâY] nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos..." (90:16-17).


Es imposible ver la gloria de Dios sin reflejar esa luz radiante de alguna manera. Cuando Moisés bajó del monte Sinaí, después de haber visto a Dios, su rostro brillaba con el resplandor de la gloria divina, pero él no se daba cuenta (Ex 34:29-35). Moisés no sabía, pero todo el pueblo se daba cuenta. Cuando la gloria del Señor ilumina nuestras vidas, no se trata de estarnos mirando en un espejo, con narcisismo espiritual, sino de reflejar la belleza de Dios en nuestro estilo de vida y en todas nuestras acciones:




Brilla en mí


Dios la luz de tu amor brilla,
en la oscuridad siempre brilla,
Cristo brilla en nosotros,
tu verdad libertad nos ha dado,
Brilla en mí, brilla en mí.

Coro: Brilla Jesús, llena al mundo de paz
y gloria, Espíritu pon el fuego en mí.
Brillo de amor, llena el mundo de tu justicia
Y que en tí, Señor, podamos ser luz.

Aquí estoy en tu gran presencia,
de las sombras a tu grandeza,
por tu sangre hay luz en mi vida,
Entra y quita todas las tinieblas.

Al mirar tu luz tan grande,
reflejamos tu amor triunfante.
tú nos llevas de gloria en gloria,
transformando toda nuestra historia,

Brilla en mí, brilla en mí...

____________________________________

[1] El lector puede buscar en una concordancia exhaustiva de la Biblia las siguientes palabras: Luz, lucero, lumbrera, lámpara, luminoso, antorcha, candelero, alumbrar, iluminar, tinieblas, oscuridad y otras. Sobre el tema bíblico de la luz, pueden consultarse TDOT I:147-167; NIDOTT I:324-329; Coenen I:462-474; IDB III:130-132; ISBE III 1986:134-136; Spicq III 1996:470-491; Dodd 1978B:208-218.

[2] Las piedras preciosas figuran también entre los lujos de Roma y su comercio (17:4; 18:12,16). La descripción de la Nueva Jerusalén da menos importancia a las perlas, que eran la pasión del imperio y el símbolo de la opulencia, y más al brillo y la belleza de las piedras preciosas.

[3] El lino fino de Babilonia es costoso, pero no resplandece (18:12,16), pero el lino fino de los ángeles (15:6), de la esposa del Cordero y de la nueva Jerusalén brilla con la gloria de Dios.

[4] Pueden consultarse también Ex 10:22; Isa 8:19-22: Am 5:18-20; Sof 1.15; 2P 2:7 y otros textos.

[5] Juan generalmente alude muy indirectamente al Antiguo Testamento, sin citarlo textualmente. La referencia a Is 60:19 en Ap 21:23 es probablemente lo más próximo a una cita textual en todo el libro.

[6] Isa 60 provee el trasfondo bíblico también para la venida de los reyes y las puertas que no se cierran (Is 60:5-17 Ap 21:24-26).

[7] De manera parecida, Ap 21:23 y 22:5 son un claro cumplimiento de Is 60:19-20, aunque Juan no lo señala así.

[8] En algunos pasajes, la luz del rostro de Dios significa bendición o salvación (Nm 6:25. la clásica bendición Aarónica).


SOLI DEO GLORIA !!

EDITOR DE TEXTO:
REV RUBEN DARIO DAZA

lunes, 28 de septiembre de 2015

Juan 10:1-18 : Jesús Nuestro Pastor, un estudio exegético.



INTRODUCCIÓN

                Este trabajo exegético del evangelio según San Juan capítulo 10:1-18 tiene como objetivo el de buscar entender el mensaje bíblico dentro de la mayor fidelidad al contexto histórico original. La interpretación bíblica es de fundamental importancia no solo para cuestiones académicas, pero también para el buen desarrollo en forma integral de las actividades de la Iglesia.

            Actualmente las Iglesias Cristianas están perdiendo su propia identidad en estos tiempos de crisis, donde la confesión y la práctica de fe, parecen escapar del patrón establecido por la historicidad del mensaje bíblico, relatado en las Sagradas Escrituras. La falta de valorización de estas dos dimensiones conduce inevitablemente a una distorsión de la misión de la Iglesia.

            El texto en estudio de Juan 10:1-18 nos aproxima a este camino de corrección a través de la enseñanza. Como todo mensaje contenido en el evangelio de Juan, Jesús es el verdadero pastor, pastor por excelencia que da su vida por sus ovejas; es el mediador único, es la puerta de acceso a las ovejas (10,7) y que permite ir a los pastos (10,9). Él mismo viene a ser la verdadera puerta del cielo bajada a la tierra, el único mediador: por él se comunica Dios a los hombres, por él tienen los hombres acceso al Padre.

            Si bien en el Antiguo Testamento, Jehová se muestra como el Gran pastor (Salmos 23 – Ezequiel 34:11-16) que reasume la dirección de su rebaño y va a confiarla al Mesías. En efecto, los pastores de Israel se han mostrado infieles a su misión. No han buscado a Jehová, se han rebelado contra Él. Sin ocuparse del rebaño, sino apacentándose a sí mismos (Ez 34,3). “A todos estos pastores se los llevará el viento” (Jer 22,22). En el Nuevo Testamento y en especial el cuarto evangelio marca a la Iglesia viva bajo el cayado del único pastor (Jn 10). Nótese, sin embargo el amor que revela Jesús por sus ovejas es el amor que une al Padre y al Hijo, ese amor hace que Jesús sea el pastor perfecto porque da su vida por sus ovejas; no sólo es “herido”, sino que él mismo da su vida; de esta forma conocerán al Señor que las ha salvado. El “único pastor” anunciado (Ez 34,23) “soy yo”, dice Jesús (Jn 10,11).

            El método utilizado para este trabajo exegético es el crítico literario, cuyo desarrollo contiene las partes estudiadas que van desde el texto original hasta una lectura teológica actualizada en los días de hoy, se va a presentar una síntesis del significado y la actualización del texto a la realidad de la comunidad de nuestra iglesia.


TEXTO ORIGINAL

10 μν μν λέγω μν, μ εσερχόμενος δι τς θύρας ες τν αλν τν προβάτων λλ ναβαίνων λλαχόθεν κενος κλέπτης στν κα λστής·  δ εσερχόμενος δι τς θύρας ποιμήν στιν τν προβάτων. τούτ θυρωρς νοίγει, κα τ πρόβατα τς φωνς ατο κούει κα τ δια πρόβατα [a]φωνε κατ’ νομα κα ξάγει ατά. [b]ταν τ δια [c]πάντα κβάλ, μπροσθεν ατν πορεύεται, κα τ πρόβατα ατ κολουθε, τι οδασιν τν φωνν ατο·λλοτρί δ ο μ [d]κολουθήσουσιν λλ φεύξονται π’ ατο, τι οκ οδασι τν λλοτρίων τν φωνήν. ταύτην τν παροιμίαν επεν ατος ησος· κενοι δ οκ γνωσαν τίνα [e]ν λάλει ατος.
Επεν ον πάλιν [f]ατος ησος· μν μν λέγω μν [g]τι γώ εμι θύρα τν προβάτων. πάντες σοι λθον [h]πρ μο κλέπται εσν κα λσταί· λλ’ οκ κουσαν ατν τ πρόβατα. γώ εμι θύρα· δι’ μο άν τις εσέλθ σωθήσεται κα εσελεύσεται κα ξελεύσεται κα νομν ερήσει. 10  κλέπτης οκ ρχεται ε μ να κλέψ κα θύσ κα πολέσ· γ λθον να ζων χωσιν κα περισσν χωσιν.
11 γώ εμι ποιμν καλός· ποιμν καλς τν ψυχν ατο τίθησιν πρ τν προβάτων· 12  [i]μισθωτς κα οκ ν ποιμήν, ο οκ [j]στιν τ πρόβατα δια, θεωρε τν λύκον ρχόμενον κα φίησιν τ πρόβατα κα φεύγει— κα λύκος ρπάζει ατ κα [k]σκορπίζει— 13 [l]τι μισθωτός στιν κα ο μέλει ατ περ τν προβάτων. 14 γώ εμι ποιμν καλός, κα γινώσκω τ μ κα[m]γινώσκουσί με τ μά, 15 καθς γινώσκει με πατρ κγ γινώσκω τν πατέρα, κα τν ψυχήν μου τίθημι πρ τν προβάτων. 16 κα λλα πρόβατα χω οκ στιν κ τς αλς ταύτης· κκενα [n]δε με γαγεν, κα τς φωνς μου κούσουσιν, κα [o]γενήσονται μία ποίμνη, ες ποιμήν. 17 δι τοτό [p]με πατρ γαπ τι γ τίθημι τν ψυχήν μου, να πάλιν λάβω ατήν. 18 οδες [q]αρει ατν π’ μο, λλ’ γ τίθημι ατν π’ μαυτο. ξουσίαν χω θεναι ατήν, κα ξουσίαν χω πάλιν λαβεν ατήν· ταύτην τν ντολν λαβον παρ το πατρός μου.

TRADUCCIÓN[1]:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN

CAP. 10: 1-18

Cap. 10. v.1 De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador.
2 Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.
3 A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.
4 Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.
5 Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
6 Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.

7 Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.
8 Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.
9 Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
13 Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.
14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,

15 así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.

16 También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
18 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.


OBSERVACIONES GENERALES


Nosotros llamamos a los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas los “evangelios sinópticos”, no es porque encontramos en ellos una buena sinopsis de la vida y las enseñanzas de Jesucristo, en contraste con lo que se puede observar en el evangelio de Juan, ya que estos (los sinópticos) por causa de que concuerdan entre sí, vienen juntos pudiéndose comparar en columnas paralelas con los registros de los demás evangelistas. En cuanto que el evangelio de Juan apenas se puede observar menos de un 10% del material escrito que es presentado por los demás evangelios. 

Siendo así, podemos decir que de ninguna manera los registros del evangelio de Juan pueden ser colocados en columnas paralelas con los registros de los demás evangelistas, ya que no se ven las cosas juntamente con ellos, Juan no es catalogado como un evangelio sinóptico. Sabemos que más del 90% de ese material se encuentra por fuera de la tradición de los evangelios sinópticos, este hecho es suficiente para declarar que es imposible cualquier intento de lograr una armonía entre los cuatros evangelios de los cuales disponemos.

Dentro de las distintivas características del evangelio de Juan, es el lugar que se le da al Antiguo Testamento[2], el tema de la creación (Jn 1,1 ss) el tema de la Pascua-alianza lleva en si el del éxodo y con él, incluye todos los temas subordinados, por ej: la presencia de la gloria en la Tienda del Santuario (Tabernáculo), el cordero (Jn 1,29; 19:36), la Ley (Jn 3,1 ss), Moisés y la serpiente en el desierto (Jn 3,14), el maná (Jn 6,31), etc. La historia de Jesús se despliega en términos del pacto y las promesas del Antiguo Testamento. Nicodemo vio a Jesús como un maestro judío (Jn 3,2), y Jesús utilizó las Escrituras del Antiguo Testamento para responderles a sus oponentes (Jn 10,34). Moisés y Abraham figuran de modo prominente en la presentación que hace Juan de Jesús, como también figura la representación antiguotestamentaria del buen pastor.

…” tanto la utilización que hace nuestro Señor, del Antiguo Testamento, así como los propios comentarios del evangelista, reflejan el supuesto de que toda la Escritura apunta a Cristo. Él es el cumplimiento de lo Antiguo, y este hecho debe guiarnos en la interpretación de los conceptos del evangelio”. [3]

La enseñanza sobre el Espíritu Santo, el evangelio de Juan tiene más que decir acerca del Espíritu, que cualquier otro evangelio. El Espíritu Santo es parte importante de la conversación que Jesús tuvo con Nicodemo, y más importante lo es, el discurso de despedida de Jesús, en los capítulos del 14 al 17. Las palabras de Jesús, que están escritas en este evangelio, dejaron claro que cuando él saliera para ascender al Padre, el Espíritu Santo vendría como un consolador para sus discípulos.


EL EVANGELIO DE JUAN Y LOS GRANDES 
TEMAS BIBLICOS


Basta con mencionar palabras y frases tales como: “vida”, “luz”, “amor”, “fe”, “Yo Soy”, y la palabra “verdad”, para darse cuenta uno, de que este evangelio se caracteriza por el trato que le da a grandes temas. Aunque algunos de éstos están presentes en los demás evangelios, en ninguna parte, sea en Mateo, en Marcos o en Lucas, reciben tanto tratamiento como en Juan.[4]

En comparación con los evangelios sinópticos, el evangelio de Juan utiliza menos veces el título de “Hijo del Hombre”, habla más de la relación entre Jesús y Dios Padre, y explica el papel de Jesús como el Mesías judío. Juan también tiene mucho que decir acerca de la humanidad de Jesús. Se nos ofrecen vislumbres de Jesús en el conflicto familiar que se suscitó en Caná. Lo vemos cansado junto al pozo, cerca de Sicar, profundamente atribulado y sollozando en Betania, y sediento en la cruz.

LA AUTORÍA

           
El autor fue un testigo ocular de los eventos sobre los cuales escribió (Jn 1,14). Él era, aparentemente, “el discípulo a quien amaba Jesús” (Jn 21,20, 24), uno de los doce apóstoles.

El autor tenía un conocimiento detallado de las costumbres judías (Jn 2,6; 7,37; 18,28; 19,31-42). También estaba bien familiarizado con la historia de los judíos (la construcción del templo, las actitudes políticas del pueblo, el papel y sucesión del sumo sacerdote, etc). Además, él estaba familiarizado con la geografía de Palestina, tanto en Jerusalén como en la campiña. Esta fue la conclusión a la cual llegó Guthric:

Esta [la creencia de que el evangelio de Juan fue escrito por el apóstol Juan]… es el punto de vista tradicional, y la que encuentra bastante respaldo en la evidencia interna. De hecho podría decirse que no existe evidencia que pruebe lo contrario, a pesar de la gran oposición que hay en contra de ella. Parecería que tal punto de vista explica, en la totalidad, más hechos que cualquier otro, aunque no se encuentre libre de objeciones.[5]

Podemos decir entonces que el autor del Evangelio Según San Juan, es Juan el Apóstol, hijo de Zebedeu y hermano de Santiago, que lo escribió en edad avanzada. Sin embargo la alta crítica

EL PROPÓSITO DEL EVANGELIO DE JUAN


El propósito de un libro de la Biblia es siempre una de las cuestiones que analizan los que lo estudian. El evangelio de Juan es singular por el hecho de que su propósito está claramente expresado. El autor mismo escribió lo siguiente:
Hizo además Jesús otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre (Jn 20,30-31).

Aunque muchas otras cuestiones relacionadas se abordan en el evangelio, la génesis y desarrollo de fe deben continuar siendo el centro de todo lo que veamos como propósito del autor. Sin embargo debemos tener claro que el cuarto evangelio fue escrito para responder a las objeciones o dificultades de diversos grupos en cuestiones de dogmas y creencias, si bien que el contenido de este evangelio lejos de ser una biografía de Jesús, es de carácter teológico que atiende a judíos cristianos y a los helenistas de Asia Menor, para que puedan enfrentar a los nuevos problemas dentro de la comunidad.[6]

LA FECHA

Hubo un tiempo cuando muchos eruditos sostenían que el evangelio de Juan debía haber sido escrito durante la última cuarta parte del siglo II. Esto, por supuesto, haría de otra persona, y no de Juan, el autor, y daría a entender que el autor no fue un testigo ocular del ministerio de Jesús. No obstante en 1934, se descubrió un fragmento de papiro conteniendo Juan 18, 31-33, 37-38, en la Biblioteca John Rylands, en Manchester, Inglaterra (el cual había sido traído de Egipto a Inglaterra en 1920). Los expertos fecharon este fragmento en la primera cuarta parte del siglo II, probablemente cerca del 125 d.C. Esto significa que para tal fecha, el evangelio de Juan ya era conocido en una remota provincia del río Nilo. No se conoce a ciencia cierta cuanto tiempo atrás habría sido escrito el original.

Si, como ya se ha supuesto, fue el apóstol Juan quien escribió este evangelio, entonces es probable que fuera entre el 90 y el 100 d. C. seguirá así con esta fecha hasta que otras evidencias puedan ser descubiertas.[7]

CIUDAD DE ORIGEN


La tradición que más se apoya sobre el testimonio de Ireneo quiere colocar que el Evangelio fue redactado en la ciudad de Éfeso; otros indicios nos incitan a buscar su origen en la ciudad de Antioquia. Su estilo y su lenguaje (aramáicos) traen las marcas de una doble influencia, helenístico y el judío. 

Sin embargo la tradición más consistente y vigorosa ha vinculado este evangelio a la ciudad de Éfeso, sin importar si Juan lo escribió o no, o si fue redactado por un grupo de discípulos de Juan, todo parece indicar a Éfeso como la ciudad de origen del Evangelio de Juan.

ANÁLISIS LITERARIO DEL TEXTO 
DE JUAN 10: 1-18 

1.- Análisis Morfo-Estructural

1.1. Género Literario

De forma bien clara, queremos ahora, destacar las características del género literario encontrados en la perícopa del evangelio de Juan 10:1-18. El género de este pasaje, está dentro de una figura de lenguaje denominada Alegoría (confirme Jn 10:6... esta alegoría les dijo Jesús). la compleja alegoría de la puerta de las ovejas y del buen pastor en Juan 10:1-16 es, en lo esencial, sencilla, y se interpreta por sí sola, pero como envuelve la doble comparación de Cristo como la puerta y como el buen pastor teniendo otras alusiones de diversos carácter, su interpretación exige cuidado especial para evitar que las principales figuras se hagan confusas y los puntos secundarios demasiado prominentes. El pasaje debe dividirse en dos partes y debe notarse que los primeros cinco versículos son una pura alegoría, sin contener explicación en sí misma. En el versículo 6 se observa que la alegoría (paraimia) no fue entendida por aquellos a quienes se dirigió en vista de lo cual, Jesús procedió (vv. 7-16) no solo a explicarla sino también a extenderla, añadiéndola otras imágenes. Hace resaltar el hecho de que él mismo es "la puerta de las ovejas", pero añade más adelante que es el buen pastor, siempre está dispuesto y pronto para dar su vida por las ovejas, a distinción del asalariado que abandona el rebaño y huye en la hora de peligro..[8]


[1] BERGER, Klaus. LAS FORMAS LITERARIAS DEL NUEVO TESTAMENTO. San Pablo-Brasil. Ediciones Loyola. 1998. Pp 58 ss.

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La alegoría generalmente se define como una metáfora extendida. Tiene con la parábola la misma relación que ésta con el símil. En la parábola, o bien se introduce alguna comparación formal, como "El reino de los cielos", o bien las imágenes se presentan en forma tal corno para conservarlas distintas de la cosa representada y requerir una explicación, como en el caso de la parábola del sembrador (Mat. 13:3 y las siguientes). La alegoría contiene dentro de sí misma su interpretación y la cosa significada está identificada con la imagen, como en Juan 10:7, “Yo soy la puerta de las ovejas” ; 10:11 “Yo soy el buen pastor”; 15:1, "Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador"; y en Mat. 5:13: "Vosotros sois la sal de la tierra". La alegoría es un uso figurado y la aplicación de algún supuesto hecho o historia. 

La parábola emplea palabras en su sentido literal y su narración nunca traspasa los límites de lo que podría ser un hecho real. La alegoría continuamente emplea palabras en sentido metafórico y su narración, por muy supositiva que sea, es, manifiestamente, ficticia. De aquí su nombre, del griego allos, "otro" y agoreno, "hablar" o "proclamar"; esto es, decir otra cosa de la que se expresa o, por así decirlo, que se expresa otro sentido que el contenido en las palabras empleadas. Es un discurso en el cual el asunto principal está representado por algún otro asunto con el cual tiene semejanza.

Habiendo establecido la parábola y la alegoría y demostrado que la alegoría es, en esencia, una metáfora extendida, no necesitamos reglas separadas y especiales para la interpretación de las porciones alegóricas de las Escrituras. Los mismos principios generales que se aplican a la interpretación de metáforas y parábolas se aplican también a las alegorías. El grave error de que hay que guardarse es el esfuerzo por hallar minuciosas analogías y sig­nificados ocultos en todos los detalles de las imágenes. De aquí que, como en el caso de las parábolas, debemos, ante todo, determinar el pensamiento principal envuelto en la figura y luego interpretar los puntos menores con constante referencia a dicho punto.

Ahora bien, la Metáfora es una figura de lenguaje usando la comparación de palabras donde una expresión sustituye al otro. Esta figura indica la semejanza entre las dos cosas muy diferentes, declarando que una de ellas es la otra, por cierta analogía que existen entre ambas. La Metáfora tiene como característica apelar a la imaginación y al sentimiento. Un ejemplo clásico de Metáfora en el antiguo testamento es el Salmo 23. En el v.1 leemos “Jehová es mi pastor.” Es una metáfora muy expresiva, pues se nos representa a Dios como el que cuida y alimenta a su pueblo mejor que lo que pueda hacer el pastor humano más experto y amoroso con relación a sus ovejas.

De este modo, vemos en la perícopa de Juan 10:1-18 está contenida bajo un discurso con una larga exposición de Jesús usando el lenguaje de la Alegoría mediante el recurso de Metáforas y en el cual contiene varios elementos:

Discurso Alegórico:

“Sermón del Buen Pastor”                               Juan 10:1-18
Alegoría con metáfora extendida
              Juan 10:1-6
Metáfora como prédicas personales
El yo soy: la puerta
              Juan 10:7-10
Metáfora como prédicas personales
El yo soy: el buen pastor
              Juan 10:11-15
Metáfora extendida como prédicas del hijo de Dios enviado: El amor del Padre y la entrega de Jesús

             Juan 10: 16-18


            1.2 Estructura Literaria (Bosquejo del texto)[9]

La estructura de Juan 10:1-18, se puede realizar de la siguiente manera, a partir del género literario. Como en un discurso, el texto está dividido en cuatro temas principales y subtemas que podemos distribuirlos así:

En Juan 10:1-6, es comparado con el capítulo 34 del libro de Ezequiel puesto que denuncia a los líderes políticos de Israel (pastores), puesto que devoran al pueblo en vez de defenderlo. Los pastores se hicieron los lobos del rebaño. Jesús en Juan 10:1-6 no quiere que el pueblo sea un soporte para el privilegio de los poderosos. Juan escenifica al pueblo judío acorralado en su propio redil, llamando a esos líderes de ladrones y asaltantes, puesto que el pueblo vive en una situación de miseria y dependencia de los poderosos. Sólo hay una manera que los líderes pueden aproximarse del pueblo: y es pasando por la puerta quien es Jesús. En otras palabras, quien se aproxima del pueblo con una práctica diferente de la práctica libertadora de Jesús sólo puede ser considerado ladrón de la libertad y de la vida del pueblo.

Por lo tanto, la práctica de Jesús es una práctica de liberación. Él es quien conduce para afuera del redil, esto es, libera de todo lo que oprime y explora el pueblo. Para ilustrar ese tema Jesús contó a los líderes la alegoría del pastor. Sin embargo las autoridades fingen no entender la alegoría (v.6). son los ciegos del capítulo 9, cuyo pecado permanece.

La otra estructura del texto podemos realizarla en Juan 10:7-10, en el discurso, el pueblo quiere la vida, y la función de la autoridad dirigente es trabajar para que el pueblo tenga vida. Para realizar esta función es necesario practicar aquellas cosas que Jesús hacía para poder asemejarse a Él. Es por eso que él se compara a la puerta del redil de las ovejas. La puerta es el lugar de entrada y de salida: si alguien quiere ser líder del pueblo (es decir entrar) tiene que pasar por la puerta, es decir practicar y hacer las cosas que Jesús hacía por el pueblo. Si alguien quiere libertad y la vida (es decir Salir), la salida es hacer aquellas cosas practicándolas asemejándose a Jesús.

La siguiente estructura se encuentra en Juan 10:11-16 – Yo soy el buen pastor. Cómo ya vimos, la expresión “Yo Soy” recuerda el nombre con que Dios se dio a conocer a Moisés (cf. Éxodo 3,14). “Yo Soy” significa libertar para la vida, como Jehová libertó su pueblo del “corral” del Faraón. Jesús es el buen pastor que liberta el pueblo para la vida en abundancia (Jn 10:10).

La alegoría del buen pastor va más allá, pues se sabe que todo pastor tiene derechos sobre el rebaño, es decir: se viste con la lana de las ovejas y se alimenta con la carne y la leche de ellas. Jesús es un pastor diferente, es el buen pastor: él no exige la vida de sus ovejas; por el contrario da su vida por ellas (v. 10:11). Es así que él actúa con su rebaño y se hace ejemplo para todos los líderes: quien no está dispuesto a dar la vida por la vida del pueblo no puede ser considerado pastor. Es salteador, ladrón y asaltante, o sea, alguien que se sirve del pueblo para mantener sus propios intereses y privilegios, dejando el pueblo morir: “ (jn 10:12) Pero el que es un asalariado y no un pastor, que no es el dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, entonces el lobo las arrebata y las dispersa.[10]

La misión de Jesús, por lo tanto, es conducir todas las personas para fuera de todo lo que lo oprime y explota. Su misión y la misión de todos nosotros, es universal. V.16 También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. Pero atención: Jesús no habla de un nuevo redil. El simplemente conduce a todos para fuera. Eso nos hacer soñar con un mundo totalmente renovado, donde todos tengan vida en abundancia, una sociedad sin rediles y corrales que dejan al pueblo prisionero y oprimido.

Por último, la división que nos resta es Juan 10:17-18. Percibimos en estos dos versículos que, entre Jesús y el pueblo hay una sintonía perfecta. El pueblo quiere vida, y Jesús da vida en abundancia. Esa sintonía es resultado del amor que existe entre Jesús y el Padre: (v.17-18) “ Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre”. El Padre ama a Jesús y este entrega su vida. Es la mayor prueba de amor (cf. Jn 15:13). El odio de los que explotan el pueblo no consiguió destruir la vida, pues Jesús resucitó (porque él tiene poder para volverla a tomar). Él es el señor de la vida. Su práctica hace desmoronar, destruyendo todo tipo de confianza y seguridad de los líderes salteadores y ladrones. De hecho, fue por eso que sus palabras “causaron disensión entre las autoridades de los judíos” (Jn 10:19). Los que se sentían seguros en sus privilegios comienzan a temblar: algunos lo consideran poseído por el demonio; otros, viendo las señales y prodigios de Jesús quedan perplejos, decían: “Puedo acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos” (v. 21b.)


Esquemáticamente la estructura literaria de Juan 10:1-18, puede ser vista de la siguiente manera:





Juan 10:1-6
La Comparación del Pastor:
Jesús conduce a su pueblo fuera de la institución Judía.









El éxodo: Jesús nos saca del redil.








10  De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador.
Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.
A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.
Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.
Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.


1ª Aplicación
Juan 10:7-10


Jesús la única alternativa.

v. 7-8: Yo soy la puerta



v. 9-10:
En Jesús encontramos pastos y la vida abundante
Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.
Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.
Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.







Juan 10:11-16

2ª Aplicación

Jesús es el modelo de Pastor


v. 11-14

Yo Soy el Buen Pastor

v.12-13
los salteadores








v. 15-16
El amor del Padre se refleja en Jesús, dando su vida por su pueblo.

11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
13 Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.
14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
15 así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
16 También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.



Juan 10:17-18

El amor del Padre y la entrega de Jesús


17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
18 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.

            La perícopa termina describiendo la división que este discurso provoca entre los dirigentes (Jn 10:19-21).

USO DE LAS FUENTES

a)   Citaciones del Antiguo Testamento

No hay duda de que el Apóstol Juan, al escribir esta perícopa se valió de algunos pasajes del Antiguo Testamento. En el discurso Jesús recuerda las palabras del profeta Ezequiel cuando habla acerca de la puerta (Cf. Vv.1,2 y 7) donde se designa “Yo soy la puerta…” La puerta es aquella por donde había entrado la gloria de Dios para llenar el nuevo templo, vea en Ezequiel 43:4-5, puerta que desde entonces permaneció cerrada Ez 44:2. Jesús el enviado de Dios, único que tiene derecho a entrar por esta puerta, él va a sacar al pueblo del templo profanado. Juan aquí invierte el orden de los acontecimientos descritos por Ezequiel. Si en el profeta la gloria primero sale del templo profanado, para regresar al templo del futuro e ideal que él describe, en Juan, la gloria del Padre entra en el templo (v. 7,14) solo después para abandonarlo definitivamente. 
Ladrones y salteadores en el v.1c, 8, 10, 12 y 13, Juan recurre al Profeta Ezequiel 34:2-5,10: … «Hijo de hombre, profetiza contra los pastores, los líderes de Israel. Dales este mensaje de parte del Señor Soberano: “¡Qué aflicción les espera a ustedes, pastores, que se alimentan a sí mismos en lugar de alimentar a sus rebaños! ¿Acaso los pastores no deben alimentar a sus ovejas? 3 Ustedes beben la leche, se visten con la lana y matan a los mejores animales, pero dejan que sus rebaños pasen hambre. 4 No han cuidado de las débiles; no se han ocupado de las enfermas ni han vendado las heridas; no salieron a buscar a las descarriadas y perdidas. En cambio, las gobernaron con mano dura y con crueldad. 5 Por eso mis ovejas se dispersaron sin pastor y son presa fácil de cualquier animal salvaje. 6 Han deambulado por todas las montañas y las colinas sobre la faz de la tierra; sin embargo, nadie salió a buscarlas”… v. 10… Esto dice el Señor Soberano: ahora me declaro enemigo de esos pastores y los haré responsables de lo que le sucedió a mi rebaño. Les quitaré el derecho de alimentar al rebaño y no dejaré que sigan alimentándose a sí mismos. Rescataré de su boca a mi rebaño; las ovejas ya no serán su presa”.
           Jesús se auto-designa: Yo soy el buen pastor, v.11,14, se compara con el Dios, el pastor de Israel, ver Salmos 23; Ezequiel 34:11-16. En el salmo 23 dice que: Jehová es mi pastor, es una metáfora muy expresiva, pues se nos representa a Dios como el que cuida y alimenta a su pueblo, mejor que lo que pueda hacer el pastor humano más experto y amoroso con relación a sus ovejas. Jesús dice que: …entrará y saldrá y hallará pastos (v.9b). Sin embargo en esa expresión de entrar y salir, que los saque y los introduzca, es una expresión hebrea que significa la vida y la actividad del hombre. Vea en Números 27:17; 2Corintios 1:10; y Hechos 1:21.

En el versículo donde dice: “el buen pastor su vida da por las ovejas” (v. 11b). Esto nos hace pensar de David, el pastorcillo que mató un león y un oso defendiendo sus ovejas (1 Samuel 17:35-36). Seguro que algunos pastorcillos pierden su vida protegiendo sus ovejas de animales salvajes o de ladrones. Otros pierden el camino mientras buscan ovejas perdidas por la noche, resultando heridos o muertos. Ser un pastor no es para el flojo de corazón.

Pero Jesús va más allá. Un buen pastor se arriesga la vida protegiendo las ovejas, pero eso no es lo mismo que de dar la vida. El pastor que se arriesga por las ovejas no espera morir, sino vivir. A veces, un pastor morirá al encontrarse con animales o ladrones, pero la mayoría de ellos no. Gente involucrada en trabajos arriesgados generalmente piensa que será otra persona la que morirá. No piensa dar su propia vida, en vez, piensa que su enemigo será el que dé la suya.

b) Citaciones del Nuevo Testamento

En el v.15 dice… “asi como el Padre me conoce y yo conozco al Padre, y pongo mi vida por la ovejas”, Juan debió tener conocimiento de los sinópticos tal como lo dice en Mateo 11:27 y Lucas 10:22.

Lo mismo vemos en Mateo 18:12-14 y en Lucas 15:4-7 el pastor es presentado como aquella que va a buscar a la oveja perdida, aquí Jesús se autodenomina el Buen Pastor porque las conduce, las llama por su nombre y el rebaño lo conoce como su pastor.

También, un pastor que muere deja a sus ovejas indefensas, entonces, parecería que el buen pastor se refiere solo a un pastor vivo – o así parece. Jesús dice otra cosa. “El buen pastor su vida da por las ovejas” (v. 11b). Mientras que un buen pastor no se va al campo esperando morir, eso es lo que hará Jesús, obedeciendo al Padre (v. 18). Jesús vino al mundo para morir en la cruz, y es la muerte del Cordero de Dios que nos salva de la muerte (1:29; Apocalipsis 7:17) – o quizá deberíamos decir que la resurrección del Cordero – su victoria sobre la muerte – es lo que asegura nuestra victoria sobre la muerte. Su resurrección le reunirá de nuevo con sus discípulos. Al dejarles finalmente, no les deja desconsolados, en vez, les da el don del Consolador (14:25) y volverá para llevarles a un lugar que él les ha preparado (14:2). Éste no es un pastor “muerto y olvidado” – no es un Señor ausente.


ANÁLISIS REDACCIONAL

1) Contexto Literario

a) Contexto menor:

"De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.

Cristo como "Puerta" y "Pastor" surgen directamente del incidente precedente. Los fariseos de la sinagoga de Jerusalén demostraron ser malos pastores que pensaban sólo en mantener su autoridad arbitraria, sin sentir compasión por el hombre nacido ciego, ni gozo alguno por la restauración de su vista. En cambio, el Señor se preocupó sinceramente por la vida de aquel pobre ciego, quien por fin le siguió fuera del redil del judaísmo, después de que los judíos lo expulsaran (Jn 9:34)

Y como veremos a continuación, el Señor usó el caso del ciego para ilustrar lo que él, como el buen pastor, iba a hacer también con todos los verdaderos creyentes que se encontraban dentro aquella religión muerta que era el judaísmo. Él mismo los iba a sacar de aquel redil para conducirlos a buenos pastos bajo su cuidado y dirección. De este modo iba a formar su rebaño, en el que serían incluidas también otras ovejas que vendrían del mundo gentil. Sin duda, lo que encontraremos aquí es un anuncio de la formación de su Iglesia, que sería integrada por judíos y gentiles sacados del mundo por medio del sacrificio del buen pastor.

En cuanto al pasaje, todo él gira entorno al símil del pastor y las ovejas. Este lenguaje era familiar a sus oyentes y lo entendían bien, porque el pastoreo había sido por siglos una ocupación común en Israel. Jesús ya lo había utilizado frecuentemente en sus discursos (Mt 10:5-6) y parábolas (Mt 25:31-33) (Lc 15:3-7)

También en el Antiguo Testamento encontramos que muchos profetas habían usado la relación del pastor con sus ovejas para describir la relación de Dios con su pueblo Israel. En otras ocasiones, sin embargo, fueron los líderes de la nación quienes eran considerados "pastores" del pueblo, aunque con frecuencia fueron denunciados por los profetas como "falsos pastores" (1 R 22:17) (Jer 10:21) (Jer 23:1-2).

Ahora, en el nuevo escenario ante el que nos encontramos, los dirigentes religiosos de Israel se creían los verdaderos pastores del pueblo y perseguían a Jesús porque lo consideraban un intruso y un impostor. Pero tal y como había quedado demostrado en el caso del ciego al que el Señor había sanado, eran ellos los falsos pastores del rebaño que no se preocupaban por las ovejas. En realidad, lo que en ese momento estaba ocurriendo era lo que todo el Antiguo Testamento había estado anunciando. Ante el fracaso de los hombres para pastorear a su pueblo Israel, Dios mismo iba a intervenir en persona para salvar a las ovejas.

JUAN 10:11-13. YO SOY EL BUEN PASTOR

Versículo 11: Yo soy (griego: ego eimi) el buen (griego: kalos) pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas. 12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve al lobo que viene, y deja las ovejas, y huye, y el lobo las arrebata, y esparce las ovejas.13Así que, el asalariado, huye, porque es asalariado, y no tiene cuidado de las ovejas.

“Yo soy (ego eimi) el buen pastor” (v. 11a). Ego eimi es una frase importante en este Evangelio, que incluye numerosas frases de “Yo soy”:

“Yo soy, que hablo” (4:26).
“Yo soy el pan de vida” (6:35).
“Yo soy el pan vivo” (6:51).
“Yo soy la luz del mundo” (8:12; 9:5).
“Antes que Abraham fuese, yo soy” (8:58).
“Yo soy la puerta de las ovejas” (10:7).
“Yo soy la puerta” (10:9).
“Yo soy el buen pastor” (10:11).
“Yo soy la resurrección y la vida” (11:25).
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (14:6).
“Yo soy la vid verdadera” (15:1).

Ego eimi se puede comprender como lenguaje codificado que se refiere al encuentro de Moisés con Dios muchos siglos antes. En esa ocasión, cuando Moisés preguntó el nombre de Dios, Dios respondió, “Así dirás á los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado á vosotros” (Éxodo 3:14). En ese versículo, “YO SOY” es “ego eimi” en el Septuagésimo (la versión griega del Antiguo Testamento). También, en Isaías 40-55, Dios utiliza la frase, “Yo soy,” una y otra vez para referirse a si mismo. Es decir, ego eimi se puede considerar el nombre de Dios. Cuando Jesús utiliza ego eimi para referirse a si mismo, se está identificando sutilmente con Dios – como Dios.

“Las frases de ‘Yo soy’ forman el centro distintivo del lenguaje de revelación de Jesús en el Cuarto Evangelio… Por medio de estos símbolos comunes, Jesús declara que las necesidades religiosas y los deseos humanos de la gente se cumplen con él”.

“Yo soy el buen (kalos) pastor” (v. 11a). Ciertos estudiosos dicen que existen dos palabras griegas para la palabra buen. La primera es agathos, que “simplemente describe la calidad moral de una cosa.” La segunda es kalos (utilizado en este versículo), “que significa que una cosa o una persona no es solo buena; pero que en su bondad existe una calidad cariñosa, amable, y atractiva, haciéndola algo maravilloso.” Entonces podemos comparar la frase “el buen pastor” con “el buen doctor.” Cuando gente habla del buen doctor, “no solo se refiere a la eficacia y capacidad que tiene como doctor; también se refiere a la simpatía, la bondad, y la caridad que le acompañan, y que han hecho de él un amigo de todos. En la imagen de Jesús como el Buen Pastor hay belleza tanto como fuerza y poder”. Pero también encontramos para esta palabra traducida como: “noble” sería una buena traducción para kalos en versículo 11, anotando que kalos significa ‘bello’ en el sentido de un ideal o modelo de perfección; lo vimos utilizado en el ‘vino elegido’ de la historia de la boda de Cana.

A continuación vamos a analizar los diferentes elementos de la alegoría que el Señor empleó:

El Buen Pastor

De todas las figuras que se aplican a Dios en el Antiguo Testamento, la del pastor es una de las más entrañables. Otras pueden ilustrar mucho mejor su gloria y majestad, pero ninguna como ésta expresan la ternura y solicitud divinas en favor de su pueblo.

En nuestro pasaje Jesús se identifica como aquel a quien pertenecen las ovejas, "el Buen Pastor" al que oyen y siguen. Aquel que las guía a buenos pastos y las protege de los enemigos, dando incluso su vida por ellas. Sin duda, se trata de un término muy sugerente que nos habla de propiedad, cuidado, protección, conocimiento íntimo, amor ilimitado y sacrificado.

En este versículo Jesús manifiesta que el verdadero pastor se distingue en cinco aspectos:

➤El portero le reconoce como el pastor y le abre la puerta del redil.
➤Las ovejas reconocen su voz y reaccionan a su llamamiento.
➤Conoce bien a su rebaño y llama a cada oveja por su nombre particular.
➤Cada día saca a su rebaño a comer, deseando que esté sano y bien alimentado.
➤Da su vida por las ovejas.

Ahora bien, el título de "pastor" resonaría en los oídos de los judíos como una pretensión de ser considerado el Mesías prometido. No olvidemos aquellas profecías que anunciaban que ante el fracaso de los "pastores" de Israel, Dios levantaría a un descendiente de David como el Pastor definitivo:
(Ez 34:23) "Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor."

Así lo entendieron los apóstoles cuando se refirieron a Jesús como "el Príncipe de los pastores" (1 P 5:4), o como "el gran pastor de las ovejas" (He 13:20).

En todo caso, es importante que observemos que si bien hasta este momento el Pastor de Israel había sido Jehová, ahora es Jesús quien reclama solemnemente ese título para sí mismo, dando a entender con toda claridad su divinidad.

Los enemigos de las ovejas

Las ovejas tienen varios enemigos importantes que son descritos aquí. Por un lado hay ladrones y salteadores que intentan robar las ovejas a su legítimo dueño. También están los asalariados, que sin ser enemigos de las ovejas, su interés por ellas es totalmente egoísta. Por último está el lobo, que solo viene a arrebatar y matar.

1. Ladrones y salteadores

Los ladrones y salteadores se distinguían porque no entraban por la puerta del redil, sino que subían por otras partes. Usaban de la astucia y el engaño para pasar inadvertidos, y llegado el caso, no dudarían en usar la violencia. Esto lo vimos en el capítulo anterior cuando tratamos el caso del ciego: los judíos no dudaron en intimidar, amenazar y finalmente expulsar a todo aquel que se acercara a Jesús (Jn 9:22). Y del mismo modo, persiguieron hasta la muerte al mismo Señor.

Por lo tanto, en un principio el Señor se estaba refiriendo con estas palabras a los líderes religiosos de la nación judía. Ellos ya habían demostrado que no les importaba nada la curación del ciego, sino que sólo les interesaba su propia gloria y prestigio. Eran guías ciegos que habían perdido toda inteligencia y sensibilidad espiritual. Como muchos otros falsos pastores de la antigüedad de Israel, estos también querían dominar sobre las ovejas para su propia honra y prestigio. Así robaban a Dios su gloria y a los hombres sus bienes y sus almas. En lugar de salvarlos, los apartaban de Dios, conduciéndoles de este modo a la condenación y a la misma muerte.

Parecían pastores, pero sólo se apacentaban a sí mismos. Eran como aquellos a los que describió Ezequiel:

(Ez 34:2-4) "Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia."

Pero, además de ser falsos pastores, añadieron a su pecado el hecho de rechazar a Cristo, el verdadero pastor. Es por eso que el Señor se refirió a ellos con estas duras palabras: "Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores".

Por supuesto, no sólo aquellos religiosos con los que Jesús se enfrentó abiertamente eran ladrones y salteadores, también lo es todo aquel que usurpa el lugar de Cristo. Puede ser cualquiera que hable de Dios con el fin de atraerse hacia sí mismo las miradas de las personas. O aquellos que anuncian la vida eterna aparte de la fe en Jesús. Y también debemos huir de quienes no reconozcan la obra de Dios en Cristo.

Todo esto nos lleva a reflexionar sobre el hecho de que el Señor nos está advirtiendo del peligro de aceptar a cualquier líder espiritual sin haber examinado previamente su carácter, su enseñanza y su obra. En este sentido, es necesario que ejercitemos cada vez más nuestra capacidad de discernimiento, dado que no han desaparecido los falsos pastores y que el daño que pueden hacernos es muy grande.

2. El asalariado

Más adelante el Señor se refirió también a los asalariados como otro tipo de enemigo de las ovejas. A diferencia del verdadero pastor, de quien son propias las ovejas, el asalariado se distingue por su falta de compromiso. Estos son los que aman el beneficio más que el oficio, y sólo piensan en términos de lo que pueden lograr, por eso, cuando llega el peligro, huyen y dejan el rebaño desprotegido. Pueden ser incluso hombres "buenos", que se ocupan del pastoreo como un trabajo más que les proporciona un salario con el que mantener a su familia y les da también un puesto respetable dentro de la comunidad, pero en el fondo, sólo están interesados en su propio interés y seguridad. Así que, puede ser que mientras todo vaya bien, tal vez puedan hacer de pastores, y hasta cierto punto sacar su trabajo adelante, pero cuando tengan que hacer algún sacrificio personal en favor de las ovejas, se echarán atrás y abandonarán. Como dijo el Señor: "El asalariado ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa".

En realidad, el problema que señala el Señor es que no amaban a las ovejas. Y también de esto los fariseos eran un buen ejemplo. Ellos no habían mostrado ningún tipo de interés por el paralítico sanado por el Señor que encontramos en (Jn 5:1-18), ni tampoco habían manifestado siquiera un poco de piedad por la mujer sorprendida en el acto de adulterio que encontramos en (Jn 8:1-11), ni tampoco fueron capaces de alegrarse cuando el hombre que había nacido ciego recuperó la vista (Jn 9:1-41). Todo su interés en esos casos se limitaba a usar a las personas como un medio para desprestigiar o prender a Jesús.

En relación a esto el apóstol Pedro hizo una seria advertencia a todo aquel que pensara dedicarse al pastoreo en la iglesia de Cristo por cualquier otro motivo que no fuera un sincero amor por las ovejas:

(1 P 5:2) "Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto".

3. El lobo
Y por último, otro de los grandes peligros para las ovejas es el lobo, que en las Escrituras es usado como un símbolo de nuestro enemigo el diablo. El lobo ataca a las ovejas con la clara intención de matarlas para alimentarse de ellas, pero con frecuencia, muchas otras también resultan heridas, son dispersadas o mueren como consecuencia de estos ataques.

El Señor advirtió a sus discípulos de que este enemigo estaría siempre presente: "He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos" (Mt 10:16). También les dijo que el lobo no siempre parece lo que es, razón por la que tendrían que estar vigilantes: "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces" (Mt 7:15). Y el apóstol Pablo avisó de lo que iba a ocurrir incluso dentro de las iglesias: "Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño" (Hch 20:29).

Las ovejas

Las ovejas dependen absolutamente de que el pastor las vigile, proteja y guíe. Por sí solas son animales indefensos y torpes, con una inclinación natural a descarriarse. En este sentido sirven muy bien para representar a los hombres, tal como dijo el profeta Isaías: "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino" (Is 53:6). También el Señor Jesucristo usó este mismo detalle cuando contó la parábola de la oveja perdida (Lc 15:1-7).
La actitud de la oveja es la sumisión y la dependencia, razón por la cual el Señor las escogió en numerosas ocasiones para ilustrar lo que debería ser un verdadero creyente.

El portero

El portero era uno de los pastores u otra persona que dormía a la entrada del redil, y que en realidad se convertía en "la puerta". Ninguna oveja podía entrar o salir del redil sin pasar por él.

Ahora surge la duda sobre quién era este "portero" que abrió la puerta al Señor. Las interpretaciones son muy variadas, pero parece que lo más razonable es pensar que se refiere a Juan el Bautista, quien ya había sido anunciado en las profecías como el precursor y heraldo del Mesías. Recordamos su testimonio cuando todo el pueblo estaba expectante pensando que tal vez él sería el Mesías que esperaban, pero Juan lo negó y apuntó con claridad hacia el Señor Jesús:

(Jn 1:29,34) "El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo... Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios."

De esta manera Cristo cumplió todo lo que estaba escrito acerca de él.

La puerta de las ovejas

A lo largo de esta alegoría Jesús se identifica como "la puerta de las ovejas" y "el buen pastor". Esto no implica ninguna contradicción. Jesús es tan grande que su significado no se puede nunca llegar a expresar plenamente. Ningún símbolo puede por sí mismo describir su plenitud. Lo mismo ocurre en Apocalipsis donde es descrito como "león de la tribu de Judá" (Ap 5:5), y en el siguiente versículo como "un Cordero como inmolado" (Ap 5:6); o en (Ap 7:17) donde el "Cordero" es también quien los "pastoreará".

De cualquier modo, en este caso no es difícil entender que pudiera ser las dos cosas a la vez, pues como ya hemos señalado anteriormente, un pastor se podía colocar en la puerta del redil, dando acceso a los otros pastores, actuando como si fuera la puerta de las ovejas.

La figura de Jesús como "la puerta de las ovejas" nos recuerda que él es el único acceso legítimo para entrar en el Reino de Dios. Sólo entrando por medio de él podemos encontrar la salvación de nuestras almas. No hay otra puerta, y quizá por eso el Señor la describió como una "puerta estrecha" (Mt 7:13-14).

Cristo mismo es la puerta entre el cielo y la tierra que vio Jacob en Bet-el (Gn 28:17). Sólo por medio de él se puede llegar al Padre (Jn 14:6). No hay otra forma de acercarnos a Dios, y aunque algunos piensen que puede haber otras puertas, como la religión o los méritos propios, en realidad son falsas puertas.
Sólo por medio de su muerte en la cruz, nuestro Señor Jesucristo ha abierto una puerta por medio de la cual podemos recibir el perdón de nuestros pecados y ser limpiados de ellos para estar en la presencia de Dios.

(1 P 3:18) "Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios"
Ahora bien, se requiere de aquellos que quieran ser salvos que entren: "Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo". Para ello es necesario recibir a Cristo por la fe en un acto personal. De nada sirve quedarse afuera contemplando la puerta.

Cuando entramos por Cristo a la nueva vida que él nos ofrece, comienza entonces para nosotros una nueva vida de comunión con Dios y de seguridad: "El que por mí entraré será salvo". Y entonces nos da alimento y bendición: "Entrará y saldrá y hallará pastos".

Pero al mismo tiempo que entramos por Cristo a esta nueva dimensión de vida, también estamos escapando del mundo y del pecado. Por lo tanto, se puede decir que Cristo como "la puerta" divide a los hombres en dos grandes grupos, porque mientras que unos entran, otros quedan fuera; unos reciben la vida eterna mientras que otros quedan en la condenación.

En cualquier caso, es necesario subrayar que esta puerta está abierta para todos los hombres, sin importar cuán pecadores sean. Aunque también es cierto que llegará un día cuando será cerrada para siempre, del mismo modo que lo fue la puerta del arca de Noé y entonces vino el juicio para la humanidad (Gn 7:16).

El redil

El redil era un terreno cercado en el que cada pastor metía a sus ovejas al atardecer dejándolas al cuidado de un portero. Por la mañana los pastores volvían y el portero les abría. Entonces cada uno separaba sus propias ovejas llamándolas. Una vez reunidas, el pastor las sacaba fuera y le seguían a donde quiera que las guiara.

En la alegoría, el redil representaba al pueblo de Israel, separado de los otros pueblos gentiles. Dios les había dado su ley que los mantenía apartados de las otras naciones.

Dentro del redil de Israel estaban las auténticas ovejas del Señor. Queda claro en la alegoría que no todos los israelitas eran ovejas del Señor. De hecho, a lo largo de toda la historia de Israel, muchos habían demostrado que eran judíos circuncidados como su padre Abraham, pero que no habían depositado su fe en Dios. Por ejemplo, una generación entera había perecido en el desierto sin llegar a entrar en la tierra prometida por causa de su incredulidad (He 3:16-19). Por lo tanto, es cierto que eran el pueblo escogido de Dios, pero únicamente el resto fiel sería salvo.

Más adelante el Señor añadió: "También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor". Estas otras ovejas eran los creyentes que provenían de entre los gentiles. El Señor habló de ellas en otras ocasiones también (Jn 11:52) (Jn 17:20). Finalmente el Señor las reuniría en un solo rebaño, lo que apunta indudablemente a la iglesia, formada por judíos y gentiles que siguen al buen Pastor (Ef 2:11-22). De este modo, la visión profética del Antiguo Testamento de que la bendición del Mesías se desbordaría de la nación judía, alcanzando a las naciones gentiles, sería cumplida (Gn 12:1-3) (Is 42:6) (Is 49:6)

Así pues, con estas palabras el Señor estaba anunciando con toda claridad la próxima conversión de los gentiles. Después de la crucifixión de Cristo se derribaría la pared intermedia de separación entre judíos y gentiles para formar un solo pueblo espiritual, la iglesia. Y no habría dos rediles diferentes, uno para judíos y otro para gentiles, sino que ambos permanecerían juntos, bajo la dirección de Cristo. Porque no lo olvidemos, no puede haber auténtica unidad sino es en torno a la Cruz.

El Señor y las ovejas

1. El buen Pastor saca sus ovejas del redil

Había quedado claro que era imposible reunir a toda la nación judía bajo el cuidado del Señor en un solo redil. La creciente hostilidad de los líderes religiosos era prueba palpable de esto. Se hacía necesario, por lo tanto, separar a los verdaderos creyentes de aquella religión de grandes ritos y ceremonias, pero muerta espiritualmente.
¿Cómo haría el Señor esta separación? El texto nos dice que no lo haría por la fuerza, sino llamando a las ovejas por su nombre. Ellas, por su parte, obedecerían gustosas a la voz de su pastor.
Esto se complementa con lo que los líderes religiosos del judaísmo estaban haciendo con aquellos que se confesaban discípulos de Jesús. Ya vimos cómo el ciego fue expulsado de la sinagoga. Ambas cosas son ciertas y se complementan: por un lado el Señor llama a los suyos para que salgan, y por otro, los líderes de la nación expulsaban a quienes creían en Jesús. Los falsos pastores las echaban fuera para deshacerse de ellas, pero el buen pastor las llamaba fuera para conducirlas a buenos pastos. Así pues, en este caso ser echados fuera por el mundo equivale a ser llamado por Dios a salir.
Notemos también que el Señor no dejaría ninguna auténtica oveja dentro del redil del judaísmo oficial: "Cuando ha sacado fuera todas las propias". Desde este punto de vista no es razonable pensar que un verdadero creyente se quede dentro de un sistema religioso que no honra al Señor, sea el que sea, una vez que se ha convertido de verdad.

2. Las ovejas siguen al buen Pastor porque conocen su voz

Una vez que las ha sacado, el buen pastor "va delante de ellas". Esto es algo que no debemos olvidar: el Señor nunca hace ir a sus ovejas allí donde él no vaya delante. No hay tentación que tengamos que enfrentar por la que él no haya pasado antes y siempre permanece a nuestro lado para socorrernos: "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (He 4:15).

Y por parte de las ovejas, ellas "le siguen, porque conocen su voz". Este conocimiento implica una relación personal, no únicamente conocimiento teológico o intelectual, porque es muy cierto que se puede saber mucho acerca de Dios sin conocerle a él. Finalmente, la prueba de que alguien conoce a Dios es porque escucha su voz y le sigue. No se puede aceptar que un auténtico creyente no siga al Señor ni le obedezca. Eso es prueba inequívoca de que no le pertenece.

La razón por la que le siguen es por el atractivo de su persona, por la gratitud que sienten por lo que el buen Pastor ha hecho por ellas. Le siguen porque confían en él y saben que les llevará a los mejores pastos por el mejor camino.

Esto implica necesariamente también que "al extraño no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños". ¡De ninguna manera seguirán al extraño! Aun la más sencilla oveja de Cristo es capaz de diferenciar entre la doctrina de Cristo y la de los hombres, entre la verdad y el error. Su Palabra nos guía con claridad y también tenemos la unción del Santo, de modo que conocemos todas las cosas y somos librados de los falsos pastores (1 Jn 2:18-29). Por lo tanto, cuando una persona no sabe distinguir la voz de los extraños del verdadero Pastor, hemos de concluir que no es una oveja del redil del Señor.

Del mismo modo que el Señor había usado las parábolas en otros momentos para hacer una separación entre sus oyentes en función de su disposición a escuchar con el corazón, en esta ocasión empleó "esta alegoría". Y los líderes judíos volvieron a manifestar que no eran parte de sus ovejas, porque "no entendieron qué era lo que les decía". A pesar de esto, el Señor no desmayó y volvió a repetir la alegoría con más detalle, agregando ciertos detalles importantes que sirvieron para explicar y ampliar lo que ya les había dicho. Pero a pesar de todo, siguieron sin entender, porque no eran de sus ovejas y no le conocían.

3. El buen Pastor conoce a sus ovejas

Acabamos de ver que las ovejas conocen al pastor, pero también el pastor conoce a sus ovejas: "Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen".
Con estas palabras el Señor expresó la comunión íntima y cercana que existe entre Cristo y su pueblo, una unión que sólo entienden plenamente aquellos que la sienten. Y es precisamente este conocimiento mutuo el que hace que la oveja confíe en su Señor.

Como buen pastor, Jesucristo conoce a todos los creyentes. Sabe cuáles son sus nombres, dónde viven, qué circunstancias los rodean, qué sentimientos los agitan, qué sufrimientos los afligen. Conoce su pasado, con sus tristes y amargos fracasos, y su presente con sus anhelos no realizados. Conoce lo que los demás ven de él, pero también sus pensamientos y motivaciones más profundas. Pero lo más asombroso de todo, es que a pesar de que los conoce bien, no los desprecia.

El rey David expresó este asombro por el conocimiento que Dios tiene de cada uno de nosotros en un hermoso salmo:(Sal 139:1-6) "Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es, no lo puedo comprender."

La realidad es que un conocimiento así podría resultar aterrador para muchos, pues ante la mirada penetrante del Omnisciente, ¿quién puede mantenerse tranquilo? Esa mirada discierne todo lo que de pecaminoso hay en la conducta y en el corazón de cada ser humano. Otro escritor bíblico se hacía esta misma reflexión: "Dios, si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse?" (Sal 130:3).

Sin embargo, vemos que cuando el rey David escribió su salmo, vio en este conocimiento de Dios un motivo de admiración reverente. ¿Cómo es posible? La razón es porque Dios no sólo nos conoce, también nos ama de manera entrañable.

Notemos la comparación que el Señor Jesús establece a continuación: "Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas". Aquí el Señor está comparando el tipo de conocimiento mutuo que hay entre el pastor y las ovejas, con el que existe entre el Padre y el Hijo. Ahora bien, ¿cómo es este conocimiento que hay en el seno de la Trinidad? Pues se basa en la comunión y el amor mutuos. Y este mismo amor es el que Cristo tiene por sus ovejas, como queda manifestado por su inquebrantable disposición a poner su vida por las ovejas.

Así que, no sólo somos conocidos, sino que también somos amados. Y esto nos abre las puertas para presentarnos delante de él con toda confianza, sin necesidad de disfrazarnos o hacer largas explicaciones ante Dios.

4. El buen Pastor lleva a las ovejas a buenos pastos

Una vez que el buen Pastor ha sacado sus ovejas fuera, las conduce a lugares de pastos y agua donde son bien alimentadas. Esto viene a complementar otras afirmaciones que el Señor ya había hecho: él nos da el agua de vida para que nunca más tengamos sed (Jn 4:13-14) (Jn 7:37-39); él es el pan de vida que calma toda hambre (Jn 6:35). Y ahora, con esta nueva afirmación, se cumple lo que ya había anunciado el salmista: "El Señor es mi pastor, nada me faltará" (Sal 23:1).
Puede que tengamos que pasar por lugares desiertos y peligrosos, pero el Señor siempre estará con nosotros cuidándonos y proveyéndonos de todo lo necesario para nuestro bienestar espiritual.

Estos delicados pastos representan las bendiciones espirituales que tenemos en Cristo. Fuera de él no queda nada más que el desierto donde las ovejas perecen.
¡Qué diferencia con la árida enseñanza de los judíos! Cualquier podía notar la diferencia con la enseñanza de Jesús (Mr 1:21-22).

5. El buen Pastor da vida abundante a las ovejas

A diferencia de los falsos pastores, el Señor no había venido a quitar la vida de las ovejas, sino a dar su vida por ellas. Hay aquí un fuerte contraste con Satanás, el enemigo de nuestras almas, que no viene sino para robar, matar y destruir. Le roba al hombre la pureza, la santidad, la felicidad, la paz y la vida entera a cambio de nada.

Pero el propósito de la venida del Hijo de Dios a este mundo era completamente diferente: "Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia". En realidad, él dejó su morada celestial para que el hombre pudiera tener vida eterna.

Y también para que pudiera disfrutar de esta vida abundantemente. De hecho, su venida trajo una nueva luz que alumbraba con toda claridad el camino a la justificación, el perdón, la paz, la adopción como hijos, y otras muchas cosas más que habían estado veladas para los creyentes del antiguo orden. Como dijo Pablo, "Cristo sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio" (2 Ti 1:10).

Esta vida comenzamos ya a disfrutarla aquí y ahora. Algunos piensan que la vida cristiana es una vida aburrida y llena de prohibiciones, en la que no podemos hacer nada de lo que realmente nos gustaría hacer. Pero lo cierto es que es el pecado lo que nos priva de la felicidad y trae la desdicha a nuestras vidas. No lo olvidemos; no hay bien más grande que hacer la voluntad de Dios y entregarle nuestras vidas a su servicio.

6. El buen Pastor da su vida por las ovejas

Jesús no vino sólo a dar vida a las ovejas, sino a dar su vida por las ovejas. Esta era la única forma de conseguirlo. Las ovejas no podrían llegar a tener vida sin que el buen Pastor entregara la suya a favor de ellas.

Como ya sabemos, el trabajo del pastor es duro y muy sacrificado. Jacob lo sabía muy bien por experiencia propia. Así le relataba a su suegro Labán todas las penurias por las que había pasado en el cuidado de sus ovejas:

(Gn 31:38-40) "Estos veinte años he estado contigo; tus ovejas y tus cabras nunca abortaron, ni yo comí carnero de tus ovejas. Nunca te traje lo arrebatado por las fieras: yo pagaba el daño; lo hurtado así de día como de noche, a mí me lo cobrabas. De día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño huía de mis ojos."

Otras veces, sin embargo, para salvar a las ovejas, el pastor tal vez tenga que llegar incluso a arriesgar su propia vida. Así le pasó al rey David:(1 S 17:34-36) "David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba.."

El Señor Jesucristo iba a hacer mucho más que pasar algunos desvelos, frío y peligros por causa de las ovejas. Él iba a dar su propia vida por ellas de la forma más literal que cabría esperar. Y lo iba a hacer de manera calculada, no como algo fortuito o inevitable. Esta era su disposición inquebrantable y lo reitera hasta en cuatro ocasiones en este pasaje (Jn 10:11, 15, 17, 18).

El Señor ya había anticipado otras veces que él iba a dar su vida en sustitución por la de sus ovejas. Cuando fueron a prenderle, Jesús les dijo: "Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a estos" (Jn 18:8). Y unas horas antes, cuando estaba a solas con sus discípulos, les dijo: "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos" (Jn 15:13).

7. El buen Pastor entrega su vida por amor al Padre y a las ovejas

A continuación el Señor añade: "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida por las ovejas". Hemos de evitar la idea de que al dar su vida, el Hijo se ganara el amor del Padre. Se trata por el contrario de que la entrega voluntaria de Jesús es una expresión suprema del amor que comparten. Para el Hijo no hay placer mayor que obedecer a la voluntad del Padre, porque ambos están unidos por un amor infinito y eterno. Y al mismo tiempo, el Padre ama al Hijo por su disposición y entrega plena para hacer la obra que le ha encomendado.

Aquí tenemos la auténtica razón por la que Cristo murió en la cruz. No fue por imposiciones puestas desde afuera. Sino que por el contrario, fue su amor al Padre en primer lugar, y también su amor a las ovejas perdidas, lo que le llevó a la cruz.

No debemos pensar ni por un momento que nuestro Señor no tenía poder para evitar sus sufrimientos y que fue entregado a sus enemigos y crucificado porque no pudo escapar de ello. Nada puede haber más lejos de la verdad que esa idea. La traición de Judas, el grupo armado enviado por los sacerdotes, la enemistad de los escribas y fariseos, la injusticia de Poncio Pilato, el trato brutal de los soldados romanos, el escarnio, los clavos y la lanza, todas estas cosas no podrían haber dañado un solo cabello de la cabeza de nuestro Señor si él no lo hubiera permitido. El no murió agobiado por unos enemigos de los que no se pudo librar.

Cristo tenía poder para poner su vida y también para volverla a tomar. Su muerte no fue algo que los hombres impusieron sobre él. Nada tenía que ver con la muerte de un pastor que arriesga su vida para salvar a las ovejas del lobo y finalmente pierde su propia vida porque las cosas se han complicado. Él tampoco murió como un mártir que no tuvo otra opción, ni fue un error en su programa mesiánico. Todo ocurrió conforme al "determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios" (Hch 2:22-23).

¡Qué equivocados que estaban los judíos! Ellos pensaron que la muerte de Cristo en la cruz era la prueba definitiva de que Dios no amaba a Jesús, cuando la realidad era todo lo contrario, como tres días después quedó demostrado por medio de la resurrección.

Es interesante notar que en algunos lugares la resurrección de nuestro Señor se atribuye al Padre (Hch 2:24-32), pero aquí el mismo Hijo nos dice que tenía el poder "para volver a tomar su vida". ¿Por qué entonces no se resucitó a sí mismo? Pues porque era necesario que el Padre manifestase su aprobación sobre el sacrificio de su Hijo, y lo hizo cuando lo resucitó de entre los muertos. De ese modo quedó fuera de toda duda que él es su Hijo amado y también que su sacrificio en la cruz había sido del agrado del Padre y podía justificar a cuantos pecadores se acerquen a él por la fe en su Hijo.

Todo esto nos muestra una vez más que la obra de la cruz sólo podía estar completa con la resurrección de Cristo. Sin ella, sería una obra incompleta.

Finalmente el Señor dice: "Este mandamiento recibí de mi Padre". Esto nos indica que toda su obra había sido diseñada y autorizada por su Padre. Se subraya así una vez más que él no actuaba por su cuenta, sino en íntima comunión y obediencia a su Padre. El sacrificio del Hijo a favor de las ovejas era la voluntad del Padre y del Hijo unidos en un mismo propósito y amor. El Padre entregó al Hijo a la muerte (Jn 3:16), y el Hijo se entregó a sí mismo (Ef 5:2).

Ahora bien, no debemos suponer que cuando el Señor dice que "recibió este mandamiento de su Padre", esta expresión implique alguna clase de inferioridad del Hijo frente al Padre. No es de esto de lo que se está tratando aquí, sino del amor que existe entre las diferentes personas de la Trinidad. Desde nuestra perspectiva humana, quien manda es superior al que obedece, pero no debemos extrapolar lo que ocurre en las relaciones humanas con lo que pasa dentro del seno de la Trinidad. 

No olvidemos que la relación del Padre y el Hijo es una relación de tal amor que a nosotros nos resulta imposible entender plenamente. Los hombres hemos sido muy afectados por el pecado y nos cuesta mucho obedecer a cualquier principio de autoridad, y de hecho, si finalmente lo hacemos, es porque de alguna manera nos sentimos forzados a ello. Pero sería un grave error pensar que la relación entre el Padre y el Hijo es así también, más bien, lo que el Señor nos estaba intentando enseñar era un nuevo modelo de obediencia por amor, algo muy extraño de encontrar en nuestro mundo.

b) Contexto mayor

Literariamente el texto de Juan 10:1-10 es parte de uno de los discursos joaninos de Jesús. Éste se extiende desde 10:1 a 10:18. Dentro de los discursos joaninos éste es de los que se reconocen como los “Yo soy”, referidos a la persona de Jesús y en los cuales se destacan sus características en cuanto figura mesiánica.

A la vez tenemos que visualizar, en un marco más amplio, que este discurso se encuentra insertado literariamente en la problemática de la ceguera que comienza en 9.1 y finaliza en 10:21. Es decir que a una narrativa como la del capítulo 9 le sigue un discurso. Interesantemente, entonces, este discurso resolverá una de las cuestiones planteada por la narrativa del capítulo 9: ¿quién es la puerta? ¿a quién seguir?, etc…


SÍNTESIS TEOLÓGICA

En esta perícopa Jesús describió su misión mesiánica bajo la figura del pastor-modelo (v. Jn 10:11-14), él es el único pastor (10:16), con clara referencia al nuevo rey David anunciado en Ezequiel 34:23. Sin embargo, él transfiere a todos sus discípulos la unción del Mesías (Jn 17:17) y los asocia a su misión: Como el Padre me envió a mi así también yo los envío”. También ellos tendrán que entrar por la puerta, dispuestos a enfrentar la muerte, con el fin de hacer historia y resaltar el mensaje de la vida y lograr sacar a las ovejas del lugar de la opresión.

Este principio nos da la clave maestra para interpretar la escena de la puerta del redil de las ovejas, redil aquí es el Atrio del Señor, del Sumo Sacerdote, para asociarse a su misión y aceptar dar la vida por las ovejas.

Jesús denuncia el pecado de los dirigentes y principales sacerdotes: la mentira consiste en llamar la vida lo que es muerte, de luz lo que son tinieblas. Ella nace de su propia mentira interna, de su interior se niegan a ver los hechos y a reconocer la evidencia; el motivo profundo de esta forma de actuar de los lideres es su propio interés egoísta y personal, por lo cual se hacen opresores del pueblo.

Jesús demuestra su incompatibilidad con la institución de los líderes judíos y anuncia su propósito de sacar para fuera a los que escuchan y se adhieren a su mensaje, con el fin de formar una comunidad humana libre que goce de la plenitud que él predica.

En otras palabras, Jesús traza una vez más la línea que divide a los hombres: estar a favor o estar en contra de la vida humana, o sea, estar dispuesto a darse a sí mismo o, por el contrario, ser un ladrón y salteador y homicida, privando al hombre de sus bienes y de su vida.

Su muerte voluntaria demuestra que quien se desprende de la vida por amor a los otros no la destruye, pero la lleva a su máxima expresión, por hacerse semejante al Padre, quien es don gratuito y generoso. Quien se dá a si mismo se transforma en donador de la vida.

El Pastor y sus ovejas

Juan 10: 1-6

No cabe duda de que la descripción de Jesús como el Buen Pastor es la más apreciada y conmovedora de la piedad cristiana… Judea era un país mucho más pastoril que agricultor; y era inevitable, por tanto, que la figura más frecuente y representativa de las tierras altas de Judea fuera la del pastor. Su vida era muy dura. Nunca se vería un rebaño pastando sin pastor, y este no se podía distraer ni un momento. Como había poca hierba, las ovejas siempre iban deambulando; y, como no había vallas de protección, había que estar vigilando constantemente las ovejas. La misión del pastor era, no sólo constante, sino peligrosa; porque, además, tenía que proteger el rebaño de los ataques de las fieras, especialmente los lobos, y de las incursiones de ladrones y bandidos.

En el Antiguo Testamento, Dios se representa a menudo como pastor, y el pueblo como su rebaño (Salmo 23:1; 77:20; 79:13; 80:1; Isaías 40:11)… Esta representación pasa al Nuevo Testamento. Jesús es el Buen Pastor (Mateo 18:12; Lucas 15:4; Mateo 9:36; Marcos 6:34; Lucas 12:32; 1 Pedro 2:25; Hebreos 13:20).

Lo mismo que en el Antiguo Testamento, los líderes de la Iglesia son los pastores, y los creyentes son el rebaño. El deber del líder es alimentar al rebaño del Señor… Pablo exhorta a los ancianos de Éfeso a que se cuiden de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo los ha puesto de supervisores (Hechos 20:28). La última orden de Jesús a Pedro fue que alimentara a sus ovejas y corderos (Juan 21:15-19).  

La palabra pastor debe traernos a la mente la imagen de la vigilancia, paciencia y amor de Dios; y debe recordarnos nuestro deber para con nuestros semejantes, especialmente si tenemos alguna responsabilidad en la Iglesia de Cristo.

En otros países, las ovejas se crían para carne; pero en Palestina era sobre todo para lana, lo que hacía que las mismas ovejas pasaran años con el mismo pastor, que las conocía a todas por sus nombres. A menudo los nombres eran descriptivos… El pastor iba delante, y las ovejas le seguían. El pastor tenía que pasar el primero para comprobar que el camino era seguro; y, a veces, había que animar a las ovejas para que le siguieran. Es totalmente cierto que las ovejas conocen y entienden la voz de un pastor oriental, y que no obedecen la voz de un extraño.

H. V. Morton, un viajero incansable, cuenta una escena que presenció en una cueva cerca de Belén. Dos pastores habían refugiado sus rebaños allí durante la noche. ¿Cómo iban a separar ahora los rebaños?

Uno de los pastores se puso a cierta distancia, e hizo su llamada peculiar, que sólo sus ovejas conocían, y al poco tiempo tenía todo su rebaño reunido alrededor de sí, porque conocían su voz.


La Puerta de las ovejas

Juan 10: 7-10

Los judíos no comprendieron el sentido de la historia del Buen Pastor, así es que Jesús, sencilla y claramente, se la aplicó a sí mismo… Empezó diciendo: “Yo soy la puerta”. En esta alegoría, Jesús habla de dos clases de refugios de ovejas. En los pueblos había corrales comunales donde se metían todos los rebaños de los vecinos cuando volvían a casa por la noche. Estaban protegidos por una puerta recia de la que solamente el portero tenía la llave. Era a esa clase de refugio a la que se refería Jesús en los versículos 2 y 3. Pero, cuando el tiempo lo permitía y las ovejas no volvían por la noche al pueblo, se recogían en rediles al aire libre, que eran y son refugios cercados con un vallado de estacas y redes, con una abertura por la que entran y salen las ovejas; es decir, sin puerta propiamente dicha. Lo que sucedía era que, por la noche, el mismo pastor se tumbaba o acurrucaba en la abertura de forma que ninguna oveja podía salir sin pasar por encima de su cuerpo. Literalmente: el pastor era la puerta. Eso era lo que Jesús tenía en mente… A través de Él, y sólo a través de Él, podemos tener acceso a la presencia de Dios (Efesios 2:18).

Jesús abre el camino hacia Dios. Hasta que vino Jesús, se podía pensar en Dios sólo -en el mejor de los casos- como un extraño, o -en el peor de los casos- como un enemigo. Pero Jesús vino para enseñarnos cómo es Dios, y para abrirnos el camino hacia Él. No hay otra puerta por la que podamos tener entrada a la presencia de Dios.

Para describir algo de lo que quiere decir esa entrada a Dios, Jesús usa una frase hebrea bien conocida. Dice que, por Él, podemos entrar y salir. El poder ir y venir sin impedimento era la manera judía de describir una vida totalmente segura y a salvo. Cuando uno puede entrar y salir sin miedo en su casa o en su país, eso quiere decir que hay paz, que las fuerzas de la ley y del orden funcionan y que se goza de completa seguridad (Deuteronomio 28:6; Salmo 121:8).



Una vez que descubrimos, por medio de Jesucristo, cómo es Dios, adquirimos un nuevo sentido de libertad y de seguridad. Si sabemos que nuestra vida está en las manos de un Dios así, las preocupaciones y los temores desaparecen.



Jesús dijo que los que habían venido antes eran ladrones y bandidos. Por supuesto que no se estaba refiriendo a la gran sucesión de los profetas y héroes, sino a los aventureros que surgían cada dos por tres en Palestina prometiéndoles a los que los siguieran una edad de oro.



Jesús se presenta como el que ha venido para que tengamos vida, y para que la tengamos en más abundancia. La frase griega quiere decir una superabundancia de algo. Ser seguidor de Jesús, saber quién es y lo que representa, es tener superabundancia de vida.



El Buen Pastor y el asalariado

Juan 10: 11-15

Este pasaje traza el contraste entre un buen pastor y un mal pastor, entre un pastor fiel y uno infiel. El pastor era en Palestina totalmente responsable de las ovejas. Si algo le sucedía a una, él tenía que demostrar que no había sido por su culpa. David le dijo a Saúl que, cuando estaba cuidando de las ovejas de su padre, tenía que pelear con leones y con osos (1 Samuel 17:34-36)… Para el pastor era la cosa más natural del mundo el tener que exponer su vida para defender su rebaño. El pastor auténtico no vacilaba nunca en arriesgar y aun dar su vida para salvar a sus ovejas de cualquier peligro que las amenazara.

Pero, por otra parte, había pastores no fiables. La diferencia era esta: el que era pastor de veras lo era de nacimiento. Salía con el rebaño tan pronto como podía cumplir con su deber. Las ovejas eran sus compañeras y amigas, y era para él era natural el pensar en ellas antes que en sí mismo. Pero el pastor improvisado hacía el trabajo, no por vocación, sino como una manera de ganar algún lucro, y para sacar provecho lo máximo posible de cada una de ellas. Puede que se echara al campo porque en el pueblo no tenía otro trabajo. No sentía ningún aprecio por la responsabilidad de su tarea. No era más que un asalariado… Zacarías señala como característica del falso pastor que no intenta reunir las ovejas dispersas (Zacarías 11:16).

Lo que Jesús quería decir era que el que trabaja sólo por lo que pueda sacar, no piensa más que en el dinero; pero el que trabaja por amor, piensa en aquellos a los que está tratando de servir. Jesús, el Buen Pastor que amaba tanto a sus ovejas, daría un día su vida para salvarlas.

Fijémonos en un par de puntos antes de dar por concluido el estudio de este pasaje. Jesús se describe a sí mismo como el Buen Pastor. Ahora bien: en griego hay dos palabras que se traducen por bueno. Está la palabra agathós, que simplemente describe la cualidad moral de una persona o cosa que es buena; y está la palabra kalós, que añade a la bondad una cualidad encantadora que hace a la persona que la posee atractiva y simpática. En este pasaje, cuando Jesús se describe como el Buen Pastor, la palabra que usa eskalós. En Él hay más que eficacia y fiabilidad: hay un encanto que cautiva el alma. En la figura de Jesús como el Buen Pastor se reflejan su gracia y simpatía al mismo tiempo que su fuerza y eficacia.

El segundo punto es el siguiente. En la parábola, el rebaño es la Iglesia de Cristo; y la amenaza un doble peligro. Siempre es probable que el enemigo aceche desde fuera: los lobos, los ladrones y los merodeadores; pero es igualmente probable que los problemas se produzcan en el interior, por los falsos pastores. La Iglesia corre un doble peligro. Siempre está bajo fuego enemigo desde fuera; pero a menudo sufre la tragedia de una mala dirección, del desastre de pastores que ven su vocación como una carrera y no como un camino de servicio. El segundo peligro es, con mucho, el peor de los dos; porque, si el pastor es fiel y bueno, se tiene una defensa fuerte frente a los ataques del exterior; pero, si el pastor es infiel y un asalariado, los enemigos del exterior se pueden introducir y hacerle mucho daño al rebaño.


La primera necesidad esencial que tiene la Iglesia en todos los tiempos es una dirección pastoral que siga el ejemplo de Jesucristo.


HERMENÉUTICA


Si en el contexto bíblico, presenciamos una sociedad eminentemente agraria, hoy tenemos una sociedad esencialmente urbana. La alegoría del Buen Pastor en Juan 10:1-18 ¿ofrece alguna respuesta a las interrogaciones y a la mentalidad contemporánea? ¿Es conveniente comparar la persona como una oveja? La oveja vive en el rebaño, es frágil. Su fragilidad y la dificultad de defenderse aparecen, cuando es atacada. En esas circunstancias, ella se queda muda, no hace ningún balido, no gime, ella tiembla, no llama la atención de que está siendo violada, perseguida y muerta.



El pensamiento filosófico, cultural y psicológico de estos últimos siglos ha acentuado la capacidad y la dignidad de cada individuo. Si por un lado tenemos la impresión de que esto posibilita una vida independiente y autónoma, por otro, “nunca como hoy hubo una conciencia tan generalizada de estar tan unido a la interdependencia entre los seres humanos y los pueblos, que se manifiestan en cualquier nivel”.[11] 



Hoy en día las personas se creen capaces de guiarse por sus propias opciones y decisiones, sin embargo los hechos demuestran que las personas se sienten también desamparadas, abandonadas, acorraladas en su propio redil, viviendo en el anonimato como ovejas sin pastor.



La alegoría de Jesús ser el buen Pastor, retrata bien nuestro contexto social y de la Iglesia. Somos parte de un estado. Él es administrado por personas a quien le fue dada autoridad para tal, según las ordenes constitucionales de ese país. Los hechos muestran que entre las autoridades constituidas existen muchos y buenos administradores, o buenos pastores en el lenguaje bíblico; sin embargo muchos existen que están en el cargo preocupados de como saquear las arcas públicas, esperando solo la nómina mensual, ellos son en el lenguaje figurado de ladrones y salteadores.



En el contexto de la Iglesia, somos miembros vivos de la Iglesia conducidos por Pastores, Obispos, Sacerdotes, Profetas y Apóstoles. Muchos fieles se sienten felices por estar siendo dirigidos correctamente, y otros, están preocupados y decepcionados, inclusive escandalizados, con sus pastores.



En sentido estricto, solamente Cristo es el Buen Pastor. Todos los otros ministerios de conducir al Pueblo de Dios emanan de Cristo. Los pastores humanos pueden decepcionarnos. Puede faltar cuidado, vigilancia o una falta de compromiso. Por más noble que sea la motivación humana, siempre puede aparecer algo de interés personal, de aprobación, suceso y éxito en su ministerio y de reconocimiento. De Jesús el Buen Pastor, no podemos decir lo mismo. El apóstol Pedro nos recuerda a los jefes del pueblo y ancianos que Jesús Cristo fue por ellos crucificado y rechazado. Ese pastor, además de cuidar de los suyos, entrega su vida. Esa es la mayor prueba del pastorado de Jesús.

Por último, Jesús dijo: …”Conozco a mis ovejas, y ellas me conocen” (v.14). El verbo conocer no se queda en el plano superficial y abstracto. Es un conocimiento que crea comunión de vida, relación personal, afectiva, amorosa y recíproca. Jesús dice que el conocimiento que tiene de nosotros es semejante a aquel que tiene del Padre. ¡Así como el Padre me conoce y yo conozco al Padre! (v.15). En una sociedad marcada por el anonimato, en el cual somos identificados por números y señas y claves, nos dejan perplejos; pero al ser verdaderamente conocidos por el propio Jesús y nuestro Padre es una gracia inmensa. Esa relación es tan íntima que llega al nivel de “ser llamados hijos de Dios” (1Juan 3:1). Una relación de conocimiento tan profunda al punto de hacernos “semejantes a él, porque lo veremos tal como él es” (1Juan 3:2). 

Si esa es la relación del Buen Pastor con sus ovejas, se deshace la primera impresión negativa de que el papel de las ovejas es participar del rebaño, sin libertad e iniciativa. Por el contrario, para establecer el conocimiento es necesario dejarse conocer. ¿Cómo se manifiesta el conocimiento que tenemos de Jesús? Nuestra tarea consiste en que si siendo ovejas de nuestro Buen pastor, es estar en comunión, en la búsqueda del Padre Celestial, de conocerlo como él es, nuestra luz, nuestro libertador, amarlo tal como dice el primer mandamiento con todas nuestras fuerzas, con nuestra alma y mente, creer en él y por mis obras delante de Dios y de mi prójimo.

Este pasaje nos invita para que oremos por nuestros pastores, por aquellos que conducen este país y nos orientan. En la iglesia por los líderes que tratan de guiarnos para llevarnos a aguas de reposo y verdes pastos. Ellos necesitan constantemente, ser fortalecidos para que sean capaces de donar su vida. Esto solamente lo hacen quien tiene profundas convicciones, conoce el Buen Pastor y ama la misión que cada uno recibió.

Las grandes iglesias imposibilitan que los pastores conozcan a sus ovejas. Tal imposibilidad de conocer a todos no puede servir de disculpa y ser motivo de acomodarse a la situación. Por el contrario, es un estímulo para una donación aún mayor, un esfuerzo redoblado de hacer lo mejor. Jesús dice que el conocimiento es mutuo, por eso es también tarea de la comunidad conocer, aproximarse de su pastor.


CUESTIONES PRÁCTICAS DE LA VIDA
DEL PUEBLO DE DIOS

Es importante destacar a la luz de este cap. de Juan 10:1-18, cuestiones que nos permitan meditar más profundamente sobre esta palabra a través de las cosas prácticas de una persona en la iglesia.

1.- Sabemos que el Buen Pastor conoce a sus ovejas por el nombre. Será que conocemos a la persona que está a tu lado en la celebración del culto? Ya le diste el abrazo de la paz? O solamente saludamos a las personas más cercanas? Tenemos que valorizar la comunión entre los hermanos como un momento de conocimiento del nombre y de la historia del hermano que está a nuestro lado.

2.- Nuestros líderes políticos son pastores o ladrón y salteador? Por qué? Cómo saber si un líder político es pastor o salteador del pueblo?

3.- Cuales son los rediles o corrales que mantienen al pueblo encorralados? En esos casos, cual es la práctica de Jesús y cual la práctica de los líderes del pueblo?

4.- Será que podemos recordar casos en que líderes dieron la vida por la vida del pueblo.

5.- Como distinguir, en las campañas políticas, entre el discurso de los pastores y los discursos de los asaltantes y ladrones?


BIBLIOGRAFÍA


[1] La traducción del texto original está basada en la Biblia Reina - Valera revisión de 1960. Página 1056.

[2] Juan Mateos & Juan Barreto. El Evangelio de San Juan. Buenos Aires, Edt. Paulinas. 1989, pp. 7.
[3] Donal Guthrie, New Testament Introduction (Introducción al Nuevo Testamento), rev. Ed (Downers Grove, III.: InterVarsity Press, 1970), p. 238.
[4] C. H. Dodd. La interpretación del Cuarto Evangelio. San Pablo (Brasil). Ed. Paulinas – Nueva Colección Bíblica, 1977. Pp 181 ss.
[5] Donal Guthrie, New Testament Introduction (Introducción al Nuevo Testamento), rev. Ed (Downers Grove, III.: InterVarsity Press, 1970), p. 264.
[6] HARRINGTON, Wilfrid J. Organizador. CHAVE PARA ABÍBLIA: a revelação: a promessa: a realização. São Paulo – Brasil. Editora Paulus, 1985. Pp590 ss.
[7] R. N. CHAMPLIN, Ph.D. & J. M. BENTES. Enciclopedia de la Biblia Teología y Filosofía. Volumen 3 letras de la H-L, Editora y Distribuidora Candeia. Sao Paulo-SP Brasil. 1995, pag. 518.   Oscar Cullman. La Formación del Nuevo Testamento. Editora Paulinas. Madrid- España. Pag.42. Este autor dice que la composición del cuarto Evangelio, no se puede más admitir, dentro de un periodo posterior a los años 90 y 95.
[8] BERGER, Klaus. LAS FORMAS LITERARIAS DEL NUEVO TESTAMENTO. San Pablo-Brasil. Ediciones Loyola. 1998. Pp 58 ss.
[9] BORTOLINO, José. COMO LEER EL EVANGELIO DE JUAN. Editora Paulus. Buenos Aires. Año de 1994. Pp 102-105.
[10] BORTOLINO, José. COMO LEER EL EVANGELIO DE JUAN. Editora Paulus. Buenos Aires. Año de 1994. Pp 102-105.[11] BARRIENTOS, Alberto. EL TRABAJO PASTORAL, Principios y Alternativas. Editora Cristiana Unida de la Iglesia Menonita. Buenos Aires- Argentina.1991. pp. 103