domingo, 28 de octubre de 2018


- El perdón- 
El brazo extendido del amor de Dios

En nuestra vida de servicio a Dios nos confrontamos con muchas situaciones que pueden afectarnos de manera negativa. La manera en la que reaccionemos con la Palabra de Dios determinará el resultado positivo que obtengamos. La acción debida ante la situación indeseable debe ser ejecutada rápidamente y en línea con el corazón de amor de Dios. De esta manera la probabilidad que tomemos malas elecciones que echen raíces y florezcan en algo que no queremos será muy reducida. Por eso es tan importante este tema –mayormente en la Familia de Dios- para mantener el balance que provee el amor de Dios dentro de Su casa y nuestra relación en general con todas las personas.

Básicamente con el perdón ocurre igual que con el amor de Dios. Así como ese amor no es un amor “de entre casa” tampoco lo es el perdón. Uno ama con el amor de Dios al amable y al inamable y uno perdona al perdonable y al imperdonable (según nuestra visión de la cosa). El perdón libera de ataduras que amargan el alma y hasta enferman el cuerpo, el perdón es una expresión del amor de Dios y nos permite seguir amando. Si usted es hijo de Dios, lo es cuando está con sus hermanos en Cristo en la reunión de la iglesia en su casa igual que como lo sigue siendo cuando está en su trabajo o haciendo cualquier actividad. Usted no se despoja de la simiente de Dios en usted. Voluntariamente usted no debiera despojarse del amor de Dios o del perdón ya sea que esté dentro o fuera de la reunión de creyentes.

Según la Real Academia[1] , perdón significa: Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente. Perdonar deriva del verbo latino perdonare, es decir: per + donare, y que significa: Remitir (alzar o suspender) la deuda, la falta, delito, ofensa, etc., que toque, al que remite. Es decir, no tener en cuenta más la ofensa bajo ninguna circunstancia. Renunciar a conservar la ofensa en el corazón. Renunciar a toda venganza personal. Entregar a otro (a Dios) lo imputable a causa del daño recibido[2] . Además el vocablo “donare” está asociado a los vocablos castellanos “dar y donar”.

Hay grandes beneficios orgánicos y psicológicos del perdonar, que son científicamente reconocidos. Habiendo tanta, y en algunos casos tan buena literatura fuera de la Biblia sobre el tema del perdón, nosotros en este estudio, nos enfocaremos en Dios y Su Palabra pues queremos saber qué dice para hacerlo por el bien propio y el de la familia de Dios. Existen básicamente tres palabras[3]  griegas traducidas perdón en el Nuevo Testamento y todas tienen elementos comunes en su definición: dejar pasar, dar, remitir, sobreseer, conferir… siempre con la idea de gratuidad o gracia. Esencialmente perdonar es una cancelación unilateral, amorosa y voluntaria de una deuda. Dicho de otra manera: cancelar una deuda es perdonar esa deuda.

Normalmente cuando se habla de pecar y perdonar las personas entienden que es entre Dios y nosotros. Cuando nosotros no hacemos Su voluntad, pecamos, entonces simplemente le pedimos perdón y restablecemos nuestra comunión con Él. Eso es así; pero, es importante reconocer que un hijo de Dios también puede pecar contra su hermano en Cristo.
Mateo 18:21: Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré [aphiēmi] a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 
La necesidad de perdón no respeta Administraciones. Aun no había ocurrido el día de Pentecostés, pero veremos más adelante que lo que le enseña Jesús a Pedro sirvió para ese entonces como sirve para ahora. ¿Cómo se constituye el pecado en contra de un hermano en Cristo? No hacer lo que dice la Palabra de Dios es pecado. Veamos entonces qué es lo que dice esa Palabra en cuanto a nuestra relación con nuestros hermanos en Cristo.
Mateo 22:36-40: 36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás [agapaô] al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante [homoios]: Amarás [agapaô] a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
Por favor note que el mandamiento no dice: “amarás a tu prójimo en tanto y en cuanto sea parte de tu congregación”. Tampoco dice: “amarás a tu prójimo si es buena gente y te cae bien”. Dice tan sólo y nada menos que a tu prójimo como a ti mismo, aunque no sea de tu agrado o de tu congregación.

Perdonar no es un sentimiento aunque hay muchos sentimientos asociados al perdón. Perdonar es un acto de la voluntad y es un mandamiento de Dios. Hay que remarcar que es una locura pensar que amarlo a Dios puede ser separado del amar al hermano en Cristo. Veremos un poco más de esto más adelante en nuestro estudio. Además; la medida con la cual yo me ame con el amor de Dios derramado en mí al momento del nuevo nacimiento, será la medida con la cual ame a mi hermano en Cristo. Similarmente, necesito perdonarme a mí mismo más que a ninguna otra persona, pues en la misma medida con la cual me perdone debiera ser la medida con la cual voy a perdonar a mis hermanos en Cristo.
Amor [agapaô] por mí = amor [agapaô] por mi hermano en Cristo.
Ambos, el amor de Dios y el perdón, dependen de mi voluntad y reconocimiento de aquello que me fue dado por gracia al momento de renacer. La palabra prójimo en Mateo 22, es digna de ser estudiada en este momento. El pueblo de Israel a quien Jesucristo vino a predicar era históricamente el prójimo entre sí. Es decir: el prójimo[4]  de un israelita era otro israelita. Pero una vez más, Dios en Cristo fue más allá en Su deseo de alcanzar a las personas con Sus múltiples bondades.
Lucas 10:25-37: v.25 Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? 
Esta persona que interpelaba a Jesucristo no era una persona del vulgo sino un israelita instruido en la Ley y el registro este dice lisa y llanamente que lo que decía, lo decía para probar a Jesucristo. Dicho de otra manera coloquial quería hacerle “pisar el palito” al redentor. Su pregunta nos orienta acerca de la salvación para la gente de Israel. 
v.26 El le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
Para intentar hacer un paralelismo con nuestros días, digamos que un cristiano instruido, pero fuera del amor de Dios, nos hace públicamente la misma exacta pregunta. Nosotros podríamos responderle por ejemplo: ¿Qué dice Romanos 10:9, qué leés allí? Aquí Jesús, en tiempos previos a Pentecostés le preguntó qué dice la Ley. Veamos qué responde y qué pensaba Jesús de la respuesta de este hombre instruido en la Ley. 
v27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. v.28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. 
He aquí la “fórmula” para la vida eterna en época de Jesucristo. Él le dijo al intérprete que había respondido bien que si hacía eso, él viviría la vida eterna (ese era el contexto según el versículo 25: “…haciendo qué cosa heredaré la vida eterna”). Ahora vamos a ver que ahí no quedó la cosa, pues este escriba aun no le había hecho pisar el palito a Jesús. 
v.29 Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 
Recuerde que este era un intérprete de la Ley, se suponía que él sabía quien era el prójimo. También recuerde que primero preguntó para probarle y luego preguntó para justificarse a sí mismo porque su plan {A} había fallado. Jesús le respondió mediante una parábola y de ahí nosotros podemos aprender mucho. 
v.30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. 
No da datos de identidad de la víctima del robo. Jesús no dijo por ejemplo: “Un israelita descendía…”, tampoco dijo: “un gentil descendía…” Porque –como veremos- no importaba y no importa. 
v.31 Aconteció que descendió un sacerdote [un israelita ungido] por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. 32 Asimismo un levita [también israelita, pero no uno cualquiera sino uno de la tribu de Leví de donde venía el sacerdocio de Israel], llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.
En otras palabras, a ninguno de estos dos israelitas de notoriedad les importó “un pito” la desgracia de este hombre cuyas credenciales no conocemos. Estos dos del ejemplo eran personas instruidas en las Escrituras hebreas como lo era también el intérprete de la Ley. La parábola nos da información acerca de las identidades de los dos que pasan y que debieran haberse detenido para ofrecer ayuda, pero no de la víctima, porque no es relevante. 

v.33 Pero [¡en contraste a dos notorios de Israel!] un samaritano [considerados perros por los israelitas], que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia [no le importaron sus credenciales]; 34 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. 35 Otro día al partir, sacó dos denarios [¡la paga de dos días de trabajo!], y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. 36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? 37 El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. 
Bueno, vayamos y hagamos nosotros también lo mismo ¿Cuándo usted está con sus hermanos en Cristo, los ama con el amor de Dios [agape]? ¿Y cuando está con gente que usted considera natural, con qué amor las ama? ¿Usted se viste y desviste del amor de Dios como si fuera una camiseta, dependiendo de la persona con la que usted está? Seguramente que no, pues Dios espera de usted que sea cristiano dentro y fuera de Su familia.

En el Antiguo Testamento, Jehová le estaba dando instrucciones a Su pueblo a la salida de Egipto. En las instrucciones acerca de cómo tratar a la gente fuera del pueblo de Israel, consideraba a los extranjeros de una manera amorosa, típica de Su ser.
Éxodo 22:21-23: 21 Y al extranjero [GER] no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. 22 A ninguna viuda ni huérfano afligiréis. 23 Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí, ciertamente oiré yo su clamor; 
Éxodo 23:9: Y no angustiarás al extranjero [GER]; porque vosotros sabéis cómo es el alma del extranjero, ya que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. Deuteronomio 24:17-22: 17 No torcerás el derecho del extranjero [GER] ni del huérfano, ni tomarás en prenda la ropa de la viuda, 18 sino que te acordarás que fuiste siervo en Egipto, y que de allí te rescató Jehová tu Dios; por tanto, yo te mando que hagas esto. 19 Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero [GER], para el huérfano y para la viuda; para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos. 20 Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado tras de ti; serán para el extranjero [GER], para el El perdón – El brazo extendido del amor de Dios ©Eduardo Di Noto Página 6 huérfano y para la viuda. 21 Cuando vendimies tu viña, no rebuscarás tras de ti; será para el extranjero [GER], para el huérfano y para la viuda. 22 Y acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto; por tanto, yo te mando que hagas esto.
Deuteronomio 27:19: Maldito el que pervirtiere el derecho del extranjero [GER], del huérfano y de la viuda. Y dirá todo el pueblo: Amén. 
Esto es lo que la gente del pueblo de Israel debía hacer con todos aquellos que no serían considerados estrictamente prójimo de ellos. ¡Singular paralelismo! Israel había estado cautivo y fue esclavo en Egipto, ahora había sido liberado por Dios. Ellos debían acordarse de su vida anterior y ayudar a los de afuera. ¡Nosotros también! Antes de ser hijos de Dios, éramos hombres naturales, esclavos del pecado. Ahora estamos “adentro” pero no tenemos que olvidarnos que estábamos “afuera”.
Levítico 19:33 y 34: 33 Cuando el extranjero [GER] morare con vosotros en vuestra tierra, no le oprimiréis. 34 Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero [GER] que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo; porque extranjeros [GER] fuisteis en la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios. 
Singular uso de las palabras en este registro del Antiguo Testamento.
Gálatas 6:10: Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. 
No dice hagamos bien a todos, ni dice hagamos bien a los de la familia de la fe. No dice hagamos bien a todos Y a los de la familia de la fe. Dice a todos y mayormente a los de la familia de la fe. Ya aprendimos cuál era la opinión de Jesucristo acerca del prójimo. Bien. Nosotros cada vez que tengamos oportunidad podemos y deberíamos hacer bien sin mirar a quien pero mayormente a los de la familia de la fe. Atención a este detalle. El registro este de Gálatas no dice mayormente a los miembros de mi congregación, grupo o religión... Si es hijo de Dios, es miembro de la familia de la fe igual que usted. Una vez que una persona confiesa y cree según Romanos 10:9 es miembro de la familia de la fe, esté o no esté con usted y su grupo.

Una imprescindible expresión de amor hacia nuestro prójimo es el perdonar sus ofensas. La única evidencia de nuestro sincero amor por  Dios es el amor no fingido a nuestro prójimo. Nuestros hermanos en Cristo son nuestro “prójimo primero” por así decir, nuestro “prójimo mayormente” en cuanto a hacer bien. Cuando no amo a mis hermanos en Cristo con esta prioridad entonces no estoy haciendo la Palabra y por consiguiente peco. Por eso cuando uno se halla en esta situación para restablecer la comunión le pide primero perdón a Dios -porque si no amo a mi prójimo como a mi mismo no estoy cumpliendo el gran mandamiento- y luego le pido perdón a mi hermano.

Esto fue dicho por el Señor Jesucristo antes del día de Pentecostés, pero nadie pensaría que hoy día en esta Administración de la Gracia no hay que amarlo a Dios con esta prioridad afectiva, por consiguiente la segunda parte también tiene que ser válida para esta época en que nosotros vivimos. Finalmente, esta enseñanza del redentor muestra que nuestro prójimo es cualquiera en necesidad y para quien Dios nos dé una oportunidad de hacer el bien con Su Palabra. Eso es opuesto a la obtusa y estrecha noción farisaica que entendía que prójimo eran los amigos, vecinos y personas de la misma religión. La parábola apunta a vincular al concepto bíblico de prójimo con un extraño en necesidad y otro extraño con la capacidad de ayudarlo.

Veamos un registro en el Nuevo Testamento que hace referencia a una parte de la Ley.
Romanos 13: 8-10: 8 No debáis a nadie nada, sino el amaros [agapaô] unos a otros; porque el que ama [agapaô] al prójimo, ha cumplido la ley. 9 Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás [agapaô] a tu prójimo como a ti mismo. 10 El amor [agape] no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor [agape]. 
 No debáis a nadie nada sino el amaros… Esa es una deuda incancelable que tenemos los unos con los otros en Cristo. En este registro de la Escritura hay un aprendizaje mayúsculo. Aquí Romanos tres menciona cinco mandamientos que son parte de la Ley. Nosotros no estamos bajo la Ley sino en la Gracia. Entonces ¿podemos adulterar, matar, hurtar, decir falso testimonio o codiciar…? Obviamente, aunque podamos, no corresponde. De hacerlo estaríamos pecando. Hay una inmensa ventaja práctica de recordar el gran mandamiento y el segundo semejante. Es la certeza que tenemos que si amamos no vamos a querer pecar sin necesidad de recordar cada mandamiento. Cada vez que amemos no cometeremos nada que agravie u ofenda a un hermano en Cristo. Esta Ley del amor nunca dejó de estar en vigencia.
Romanos 12:10: Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. 
Esto no significa que no honramos a ninguna persona que no sea hija de Dios, sino que habla de una deferencia, de un trato preferencial entre nosotros los hermanos en Cristo, pero nadie (hijo de Dios o no) debiera quedar excluido de recibir bien de nuestra parte.
Efesios 4:2: Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor 
1 Pedro 1:22 y 23: 22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; 23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. 
Aquí puede ver un porqué de la preferencia. Usted y yo somos renacidos de la misma simiente incorruptible. Entre otras grandes cosas que tenemos en común nosotros, es que compartiremos la eternidad junto a Dios y Cristo.

Cuando Jesús confrontó la cruz no lo hizo por quienes creyeran en él necesariamente. Es a través de creer en lo que él hizo y Dios hizo en él por nosotros que nos volvemos hijos de Dios. El murió para que yo confesándolo a él como mi señor y creyendo en mi corazón que Dios lo levantó de los muertos sea hijo de Dios. Es decir, que yo tampoco era prójimo de él –en el sentido estricto de la palabra- cuando murió por mí. Cuando el señor Jesucristo estaba en la cruz, Dios me estaba reconciliando con Él no tomando en cuenta mis pecados. Ni a Dios ni a Jesús les importó que yo no era prójimo de los santos[5] .
1 Pedro 2:17: Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey. 
Filipenses 2:3: Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.
Ya ve nuestros hermanos en Cristo son prójimos VIP por eso tenemos ese trato deferente, preferencial.
Gálatas 5:13 y 14: 13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. 14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 
Una vez más una mención de un tema tan importante que viene del Antiguo Testamento aplicado en esta Administración de la Gracia. La ley del amor está en absoluta vigencia hoy día. No deberíamos divorciar el amar a Dios del amar a las personas y mayormente a nuestros hermanos en Cristo. Justamente por eso no queremos pecar contra Dios ni tampoco contra nuestros hermanos en Cristo. Si pecamos contra Dios, le pedimos perdón, si pecamos contra un hermano en Cristo hacemos lo mismo: Primero pedimos perdón a Dios y luego a nuestro hermano.

Es usual que los niños tengan en sus cunas un juguetico que se llama móvil. Tiene varias figuras que atraen la atención del bebé y este puede pasar un tiempo largo mirando como se mueven y el bebito hace sonidos como comunicándose con esas figuritas. El dispositivo este tiene un solo cordón del que cuelgan algunos perfiles que sustentan a su vez otros cordones que sostienen a las figuras o muñequitos. Si se cortara el cordón principal, el de arriba, todo el móvil colapsaría. Así es con el amor de Dios y nuestra comunión con el Padre celestial y nuestros hermanos en Cristo. No se debe disociar los dos mandamientos.
 El amor por Dios SIEMPRE se manifiesta en el amor al hermano  
Es muy importante recalcar que amar con el amor de Dios, no es tan sólo decir “te amo”. Amar es un verbo y como tal demanda acciones virtuosas en beneficio ajeno. Como Dios amó al mundo DE TAL MANERA, esa intensidad de amor “demandó de Él” un dar al extremo. El dio a Su único hijo por aquel entonces.
Juan 3:16: Porque de tal manera amó [agapaô] Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 
Ese es el ejemplo de amor que nosotros seguimos, pero, en primer lugar Él es Dios, claro está y en segundo lugar ya no hace falta darlo a Jesús de nuevo. Pero… ¿y qué hay del darse de sí mismo que tuvo el redentor, un hombre como nosotros, por nosotros?
1 Juan 4:19-21: 19 Nosotros le amamos [agapaô] a él, porque él nos amó [agapaô] primero. 
Esto es lo que vimos recién en Juan 3:16, que Dios agapaô a todo el mundo. Nosotros formamos parte del mundo que Dios amó y por quiénes dio a Su unigénito hijo para que no nos perdamos y tengamos vida eterna.
v.20 Si alguno dice: Yo amo [agapaô ¡el mismo de Juan 3:16!] a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama [agapaô] a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar [agapaô] a Dios a quien no ha visto? 21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama [agapaô] a Dios, ame [agapaô] también a su hermano. 
Este es un mandamiento y está en 1ª de Juan no en Levítico o cualquier otro libro del Antiguo Testamento. Aquí no dice prójimo sino hermano por si quedara alguna duda. El amor que Dios nos tuvo nos habilitó para amarlo a Él. ¡Dios nos amó primero! Luego con ese mismísimo amor, amamos a nuestros hermanos en Cristo.
Esta clase de amor le fue dado a usted al momento del nuevo nacimiento[6] . Usted simplemente tiene que ejercerlo siguiendo las pisadas de Jesucristo[7] . Cada vez que usted haga lo que él hizo, estará andando es ese amor. Cada vez que no… entonces no estará andando en ese amor. Decidamos andar en ese amor. 
Regresando al registro de Mateo 22 no dice que al prójimo haya que amarlo con todo nuestro corazón, alma y mente. Esa intensa profundidad de amar va dirigida desde el centro mismo de nuestro corazón a Dios. Pero a nuestros hermanos los amamos como nos amamos a nosotros mismos. Para amarnos a nosotros mismos con el amor que Dios tiene por nosotros es imprescindible que tengamos una Cristoestima[8] por nosotros mismos. Es decir tenemos que saber quiénes somos en Cristo y qué nos ha hecho Dios a nosotros a través del trabajo de obediencia amoroso y finalizado de Cristo. Siendo conscientes de esto, entonces y solamente entonces, seremos conscientes también del Cristo dentro de nuestro hermano. 
Consciente del Cristo en mí entonces ⇒ consciente del Cristo en vos 
Dice que el segundo mandamiento es ¡semejante al primero! Maravilloso. La palabra semejante es muy importante ahí porque está equiparando amarlo a Dios con todo nuestro ser con amar a nuestros hermanos en Cristo y a las personas como nos amamos a nosotros mismos.

Según varios diccionarios, semejante quiere decir parecido o similar. Cuando alguien es semejante a alguien más, son parecidos, son similares, guardan alguna relación de aspecto. Cuando hablamos de la raza humana hablamos de nuestros semejantes. Cada persona en el planeta es única; aún los mellizos gemelos son diferentes entre sí en pequeñísimos detalles. Unos nos parecemos más a los otros porque venimos de la misma familia, pero nos parezcamos o no, somos semejantes en cuanto a que somos seres humanos. Tenemos la cabeza arriba y los pies abajo, la cara al frente y la nuca atrás… Unos diferentes a los otros pero todos semejantes entre sí. Existe una similitud tan grande que uno puede representar al otro aunque cada uno es único en sí mismo. Todos los estudiantes de medicina saben esto. Ellos estudian un solo cuerpo humano y sus fortalezas y debilidades, luego no importa donde practiquen la medicina, los principios son los mismos porque somos semejantes. Así es con estos dos mandamientos de Mateo 22.

Hay 43 ocurrencias de la palabra griega traducida semejante y sus parientes en el Nuevo Testamento. Veamos algunos usos para ganar un entendimiento de esta profunda verdad.
Mateo 13:31: Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante [homoios] al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo 
El reino de Dios NO es un grano de mostaza. Es similar porque el reino ahora no se ve pero luego si se verá. El grano de mostaza apenas se puede ver porque es muy pequeño, pero cuando crezca y sea un árbol todo el mundo podrá verlo. Así será con el reino de Dios. En eso reside la semejanza.
Juan 8:55: Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como [homoios] vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra. 
Aquí está traducida de otra manera pero significa lo mismo. Algo semejante es algo equiparado, similar, que guarda características comunes.
Gálatas 5:21: Envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes [homoios] a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 
En lugar de dar una lista interminable de posibles “avenidas de pecado” dice semejantes. Eso nos orienta a ubicar la “raza” de estos pecados.
1 Juan 3:2: Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes [homoios] a él, porque le veremos tal como él es. 
No seremos Jesucristo, seremos semejantes a él. La raza humana y cada uno de nosotros somos semejantes. Cuando tengamos el cuerpo resucitado como el de él, seremos de la misma “raza” que es ahora Jesucristo y todos nosotros semejantes entre sí.
Como hijos de Dios obedientes podemos complacer el corazón de amor de nuestro Padre, y amarnos con ese amor que Él mismo nos proveyó, y en virtud de ello, cada vez que haga falta; pedirnos y extendernos perdón entre nosotros porque el segundo mandamiento es semejante al primero. 
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Nota del Autor
Toda la Escritura utilizada en este artículo es de la Versión Reina Valera 1960 a menos que se especifique algo en contrario. Cada vez que aparezca resaltada alguna palabra dentro del texto de la Biblia, se trata del énfasis añadido por el autor.

Toda vez que se utilice una palabra de origen Griego será escrita en minúscula cursiva (Ej.: atomos). Y si se usara una palabra hebrea o aramea será escrita en mayúscula cursiva (Ej.: YARE). En ambos casos se puede utilizar la palabra raíz como cualquier otra forma gramatical de esa palabra en representación de la familia de palabras. Debido a que los paréntesis se utilizan en el texto Bíblico; cada vez que exista una nota del autor estará colocada entre corchetes para diferenciarla. 9 La Santa Biblia Antiguo y Nuevo Testamentos, Antigua Versión de Casiodoro de Reina (1569) Revisada por Cipriano de Valera (1602) Revisión de 1960. Sociedades Bíblicas Unidas, 1993

Las notas al final son una parte integral y necesaria del Estudio. Tienen el propósito de documentar, respaldar, ampliar, aclarar, o reforzar el tema que se trate. Esta enseñanza somete a consideración del lector el tema que trata. Es mas bien en algunos casos un punto de partida que propone, orienta y -desde ya- concluye con lo que el autor ha estudiado y debido a eso presentado de las Escrituras. No obstante, la Palabra de Dios es simplemente inagotable. El único que no necesita revisión es Dios mismo y Su Palabra según fue originalmente inspirada. Pero nuestro conocimiento y entendimiento de las distintas maravillas presentadas en la Palabra de Dios siempre pueden ser y debieran ser sometidas al escrutinio del estudiante. Entonces, el presente trabajo es presentado al estudiante Bíblico como una ayuda, una fuente mas de consulta, de referencia y de estudio de la Palabra de Dios. La obra está lejos de pretender ser la única ni mucho menos la más sobresaliente obra de este tipo que exista. Ella no posee eminencia sobre ninguna otra ni es autoridad última sobre el tema. La autoría de la Palabra de Dios es la exclusividad del Padre Celestial y como tal es la fuente de conocimiento y autoridad única e inapelable. Consulte si esta enseñanza se encuentra disponible en audio en el sitio web: www.palabrasobreelmundo.com.ar. Asimismo puede descargar del mismo sitio todas las enseñanzas en texto y en audio que desee. Todas las solicitudes y los comentarios pueden ser dirigidas a palabrasobreelmundo@gmail.com.
Dios lo bendiga Eduardo Di Noto .

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[1] Diccionario de la Real Academia Española. http://www.rae.es/rae.html abril de 2010 
[2] http://www.centrorey.org/temas25.html E.
[3] Bullinger E. W., A Critical Lexicon and Condcordance to the English and Greek New Testament, Zondervan Publishing House, Grand Rapids, Michigan EEUUA. Pág. 303, año 1979. En el sitio Web, en “Clases” > El Perdón, encontrará un práctico cuadro sinóptico para estudiar más el tema del perdón: “Bibliografía y palabras griegas traducidas perdón”. 
[4] Éxodo 2:13, 10:23, 20:16 y 17, 21:14; Levítico 19:18; 1 Samuel 15:28 entre otros. 
[5] Romanos 5:6-10.
[6] Romanos 5:5 
[7] Puede descargar la Clase A LA MANERA DE JESUCRISTO del sitio web 
[8] Descargue de sitio Web la enseñanza Nº 77 Cristoestima  

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