miércoles, 28 de noviembre de 2018

LA ORACIÓN DE JABES 1 Cron 4:9-10



La Oración de Jabes 

A través de los tiempos los hombres sobre la tierra buscan la manera de cambiar sus vidas y alcanzar la bendición para los suyos, y muchas veces sin tener resultados. Pero en esta reflexión encontramos a un hombre llamado Jabes, personaje bíblico que encontró la manera de conquistar la bendición de Dios. Oró a Dios de una manera muy singular para obtener la bendición del cielo.
1 Cron 4:9-10... v. 9­­­___ Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor. 10 E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió.
Sus orígenes

¿Acaso Jabes es sólo una persona desconocida que por algún oscuro motivo aparece en los registros de las Crónicas? Sería erróneo pensar así, pues el Espíritu de Dios le dedica a este hombre dos importantes versículos, los cuales no sólo no han perdido su valor sino que además logran que nos interesemos en la lista de nombres que aparecen allí. ¿Quién fue Jabes? Es probable que haya sido un descendiente de los Ceneos que luego fue incorporado a la tribu de Judá (Jueces 1:16; 4:11; 1.º Samuel 1:6; 1.º Crónicas 2:55). Por lo tanto, inicialmente él no pertenecía al pueblo de Dios. Utilizando las palabras que Pablo escribió en Efesios 2:12, podemos decir que Jabes estaba alejado de la ciudadanía de Israel y ajeno a los pactos de la promesa. Efectivamente, sólo por la bondad de Dios, él recibió un lugar en dicha nación, y nada menos que en la tribu de Judá, que significa «alabanza». En este pasaje de 1.º Crónicas 4, hallamos la oración que Jabes eleva para alabar a su Dios, al nuevo Dios que había hallado. Como leemos en estos versículos, él invoca al Dios de Israel. Esto confirma el pensamiento de que como extranjero él se había unido a la nación de Dios y había hallado refugio en el Dios de Israel, tal como en tiempos anteriores lo habían hecho Rahab y Ruth. Jabes comprendió que estaría seguro bajo la protección de este Dios, el Dios vivo y verdadero, por lo cual se encomienda por completo a Él. La oración de este hombre es un testimonio de su gran fe.

Su nombre

La historia de Jabes comienza con dolor y tristeza. La palabra “dolor” es utilizada doce veces. Su madre le había dado el nombre de Jabes (= que causa dolor), debido a que ella lo había dado a luz con mucho sufrimiento (v. 9c). Jabes pide en oración ser librado del daño del mal (v. 10d). Aun cuando fue un hijo nacido del dolor, él fue prominente entre sus hermanos. Leemos que incluso fue más ilustre que sus hermanos(v. 9a). Jabes nos hace pensar en Benjamín, quien fue llamado por Raquel “hijo de mi aflicción”, pero a quien Jacob llamó “hijo de mi diestra” (Génesis 35:18). El sufrimiento y la aflicción son consecuencias del pecado del hombre (“con dolor darás a luz los hijos”, Génesis 3:16). Pero a estos sufrimientos les sigue la gloria: la gloria de Dios que se revela en toda la tierra, la gloria que a la diestra de Dios es ahora real para la fe. Esto fue real para Benjamín, como también lo fue para Jabes. Pero por sobre todo, es aplicable al Señor Jesús, y a nosotros, cristianos, también. Los sufrimientos de la cruz fueron seguidos por la exaltación de Cristo a la diestra de Dios en los cielos. Como creyentes, también somos llamados a participar de los sufrimientos de Cristo, y debido a que el Espíritu de gloria reposa sobre nosotros, sabemos que un día seremos glorificados juntamente con Cristo (1.ª Pedro 4:13,14).

La Oración

En la primera parte de este verso, dice la escritura que Jabes era más ilustre que sus hermanos. La biblia muestra una característica especial de Jabes. Y lo compara con sus restantes hermanos. Igualmente podemos ir comparándonos nosotros con nuestros hermanos en Cristo. Entre todos, dice que Jabes, nuestro hermano Jabes, era más ilustre que el resto de hermanos. 

Cuando investigamos la palabra ilustre, nos imaginamos que se trata de alguien grande a quien hay que brindarle honores, alguien digno de honra. Pero la palabra ilustre, viene de una persona que así mismo se ilustra, investiga, recopila, medita, de alguien que quiere conocer algo. 

Jabes era un hombre ilustre, más ilustre que todos sus hermanos. Porque Jabes buscaba el consejo de Dios, aprendía de Dios. Jabes se acercaba a Dios, Jabes meditaba en la palabra del Señor. Jabes no era un hombre pasivo, sino que era un hombre activo en el Señor. Un hombre que quería conocer los secretos de Dios, un hombre que quería alcanzar el éxito en el Señor. 

INVOCAR A DIOS 

Jabes reconocía que era un hombre débil, por lo tanto invocó al Dios de Israel. Jabes buscó la orientación de Dios. Jabes por revelación comprendió que tenía que pedirle a Dios algunas cosas de suma importancia. Muchas veces nosotros como creyentes llevamos una vida pasiva en el Señor, “Dios me llamó y voy a esperar que Dios haga en mi vida”, y allí utilizamos la palabra esperanza, y no la fe que es la que viene con obras, con acción.

Jabes no esperó que Dios lo usara, Jabes actuó en fe creyendo que Dios era poderoso para promoverlo a una posición superior. Jabes comprendió que tenía que depender de Dios. Y su dependencia a Dios era integral, porque muchas veces queremos depender de Dios en lo económico. 

Pero Jabes quería una dependencia absoluta en Dios. Y por esto Jabes invocó a Dios. La palabra invocar no solo significa orar. Hemos oído en el mundo la invocación de los muertos y sabemos que en esa invocación se pide que el muerto venga. 

Pero Jabes no invocó a un muerto, sino aquel que vive, Jabes invocó al Dios del cielo. Jabes quería que Dios estuviera allí con él. Él sabía que Dios podía descender y estar allí a su lado para comprender los secretos de Dios. Quería conocer los misterios del reino. La revelación de la palabra de Dios. 

Los mecanismos y estrategias para alcanzar las promesas que Dios había dado a sus hijos. Dios nos ha dado muchas promesas, pero sus promesas tienen unas condiciones que tenemos que cumplir para que se den. Jabes sabía esto, por lo cual invocó la presencia de Dios, pidió que fuera el Espíritu de Dios allí con él, en su vida en una comunión íntima y personal. 

“…nos abandonamos a las circunstancias y dependemos de las circunstancias, pero Dios nos llamó a nosotros para cambiar las circunstancias.” 

Jabes no se abandonó a la vida religiosa, Jabes no se abandonó a la asistencia de los cultos, Jabes no se abandonó a leer una predicación, sino que Jabes inquirió en la presencia de Dios, quería penetrar donde estaba Dios, quería conocer los secretos que Dios tenía para los hombres. 

Quería conocer los secretos de Dios, por eso se acercó de una manera estrecha a Dios, quería estar junto con Dios, quería contagiarse de ese Dios maravilloso. Quería comprender lo que Dios tenía para su vida. Pero muchas veces nosotros, no inquirimos, no investigamos en el Señor, no entramos en el secreto de Dios, sino que nos abandonamos a las circunstancias y dependemos de las circunstancias, pero Dios nos llamó a nosotros para cambiar las circunstancias. 

Jabes sabía que había un poder en la oración, que había algo en la oración, sabía que si entraba en la presencia y en la gloria del Señor podría alcanzar las preciosas promesas que Dios le había dado. Y por eso quiso ahondar en él, en su presencia, conocer la gloria del Señor. Experimentar que Dios estaba allí en su vida, que Dios podía penetrar y transformarle, por eso Jabes pudo orar como dice la escritura: E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo.

Note que dijo “Diciendo”, él lo invocó por la palabra hablada, 

Jabes sabía que había poder en la palabra de confesión. Había poder en la invocación a Dios, cuando él hablara con Dios. No solo lo invocó para esperar en Dios, sino que declaró la palabra por sus labios de lo que quería, que sabía que Dios le iba a dar. Él sabía que declarando la palabra de las promesas, Dios iba a hacer cosas prodigiosas. 

Así como dice la escritura, “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.” Marcos 11:23 La escritura dice que “cualquiera que dijere”, la confesión es poder de la ejecución de la voluntad de Dios de lo que te haya encargado o prometido. No es confesar de la voluntad de nuestro corazón sino de la voluntad del corazón de Dios. 

Así como el hombre tiene el libre albedrío para hacer a voluntad lo que quiera, agradando o desagradando a Dios. Hay un poder en la confesión para hacer realidades por medio de ella. El asunto es hacer confesión de lo que le agrade o esté en la voluntad de Dios. Por eso es que la escritura dice “cualquiera”, es un poder inherente en el hombre, pero para el hombre realmente de Dios su confesión es para gradar a Dios en lo que está en su voluntad. 

Así como el hombre tiene el don de la inteligencia, que la puede usar para bien o para mal, igual ocurre con la confesión. Puede usarla arbitrariamente o usarla a favor del reino y la voluntad de Dios. 

“Usemos el poder de la confesión, pero no para lo que sea a nuestro favor, sino para lo que esté en la voluntad de Dios.” 

Cuando una madre usa su boca para maldecir a un hijo, por ejemplo, esa maldición se puede convertir en una realidad, y no porque esté en la perfecta voluntad de Dios, sino porque hace parte de un don en la naturaleza del ser humano. Usemos el poder de la confesión, pero no para lo que sea a nuestro favor, sino para lo que esté en la voluntad de Dios. 

De allí que es necesario buscar la perfecta voluntad de Dios antes de ponernos a confesar y a decretar. Jabes sabía lo que estaba en la voluntad de Dios porque fue ilustrado en la presencia de Dios. Por eso clamó: “: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió.”




DECLARAR BENDICIONES DEL CIELO 

Fíjese lo primero que pidió Jabes: “Si me dieras bendición”. Hoy en la gracia del Señor no vamos a pedir que Dios nos bendiga, porque usted y yo hemos sido bendecidos por el Señor. 

Hoy tenemos que decirle al Señor: Señor quiero que tu bendición sea manifestada a mi vida, quiero que la gracia de Dios se derrame sobreabundante sobre mí. Hoy tenemos que invocar a ese Dios maravilloso. Hoy tiene que decirle al Señor; quiero ver tu gracia manifestada en mi vida. 

Porque la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo, y a través de Cristo usted puede alcanzar, recibir y retener la bendición de Dios para su vida, no espere que la bendición llegue a su vida, ya Dios te bendijo, hoy tenemos que declarar la bendición sobre nosotros, el poder de la gracia de Dios sobre nuestras vidas. 

Cuando usted empiece a declarar: “Señor estoy en bendición, no estoy en ruina, estoy en bendición, creo que tu gracia está bañando mi vida, que tu gracia está transformando mi mente, que tu gracia me está sanando”, esto aumentará el poder y la gloria de Dios en tu vida. 

Pero es necesario abrir nuestras bocas delante de Dios, es necesario orar en el espíritu, y dejar que el Espíritu Santo opere en nuestras vidas. Dejar que el Espíritu Santo hable a través de nuestras bocas para recibir la bendición de Dios. 

Porque muchos no reciben las bendiciones de Dios porque no piden, pero dice la escritura: “pedid y se os dará”, cuando usted pide, cuando usted declara, cuando usted confiesa, cuando usted decreta la palabra de Dios, verá las bendiciones de Dios. Mientras usted no ejerza el ministerio de la oración con poder, siempre su vida será una vida árida y seca, porque Dios no puede hacer lo que ya hizo, ya Dios te bendijo, porque dice:” nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. 

Allí Dios nos bendijo y nos sentó juntamente con Cristo, nuestra posición es con Cristo, nuestra posición es en el Reino de los Cielos. Allí estamos sentados con Cristo. Y si estamos sentados con Cristo es porque él nos dio también autoridad. Entonces desde hoy usted tiene que decir: “mi vida será diferente, mi vida no puede seguir así, vacía, seca, árida. No puedo permanecer en derrota, yo puedo creer y confesar que Dios puede y hace cosas grandes sobre mí”. 

Eso fue lo que hizo Jabes. Dijo: “Si me dieres bendición”, todavía no estaba la gracia de Dios derramada al mundo a través de Jesús y ya Jabes estaba creyendo en la bendición que Dios iba a derramar sobre sus elegidos, sobre sus escogidos. 

Y por eso clamó a Dios, y por eso oró, y por eso se postró y por eso se doblegó delante de Dios, dejó la altivez, dejó el orgullo, dejo la prepotencia a pesar de ser un hombre ilustre se doblegó delante de Dios, dobló sus rodillas delante de Dios como todo ser en esta tierra que tiene que doblegarse delante de la presencia del Cristo de la gloria, tiene que doblegarse delante de Dios. 

Tenemos que dejar a fuera la altivez, tenemos que dejar la prepotencia, tenemos que humillarnos delante de Dios, para que él nos exalte cuando fuere tiempo. 

“Pero es necesario abrir nuestras bocas delante de Dios, es necesario orar en el espíritu, y dejar que el Espíritu Santo opere en nuestras vidas.” 

Jabes empezó a invocar a ese Dios poderoso y a declarar la bendición sobre su vida. Sabía que como estaba, estaba en maldición. Pero era un hombre ilustre. Un hombre entendido, que con diligencia investigaba en el Señor, que con diligencia quería conocer cómo podía Dios actuar en su vida, cómo Dios lo podía sacar del estado en que estaba.
Así mismo cada uno de nosotros, hombres, mujeres, niños, todos, tenemos que buscar diligentemente en el Señor que nos hable de los planes y propósitos que tiene con nuestras vidas. 

ENSANCHANDO EL TERRITORIO 

Así que ese Jabes invocó a ese Dios maravilloso: “: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio”. ¿De qué tamaño es tu territorio? 

Yo conozco hombre de Dios, que su territorio es el globo terráqueo, había un hombre de Dios que cuando oraba, tomaba un globo terráqueo entre sus manos y empezaba a clamar por las almas de todo el mundo, y mencionaba los países y continentes y a través de su ministerio la gloria de Dios se derramaba poderosamente. Y hacía obras por todo el mundo. 

Porque su territorio era el globo. Tenía un territorio mundial en Dios. Pero también conozco ministros, cuyo territorio es su país. Claman a Dios por su país, y se pueden mover ministerialmente en su país. Pero también conozco hombres cuyo territorio está limitado por su casa y su obsesión es sólo la salvación de su propia familia. Su obsesión es que su hermano, su hijo y los demás miembros de la familia se salven no importa lo que pase afuera. Ese es su territorio. Hasta allí llega su visión. 

Y hay otros cuyo territorio son ellos mismos, y oran y claman por sí mismos. Y oran y piden por sí mismos. Porque su territorio está limitado a sí mismos. Pero Jabes descubrió que Dios podía ensanchar su territorio. Jabes empezó a clamar porque sabía que Dios es un Dios de abundancias, que Dios es un Dios de ministerio y de visión amplia y que Él lo había llamado en un llamamiento supremo. En un llamamiento grande, y empezó a clamar a Dios.

¿Cuál es su territorio, hasta donde esta demarcado su ministerio, hasta donde está alcanzando su visión, hasta donde están corridas sus estacas? 

Jabes empezó a clamar a Dios, le pidió a Dios que ensanchara su territorio, tenemos que clamar a Dios y conocer que nuestro llamado es un llamado poderoso, capaz de transformar al mundo entero. Si sobre esta tierra existiera un solo hombre convertido a Cristo, tendría el poder suficiente para alcanzar y transformar todo el universo, porque Dios ha dado cosas grandes en el llamado. 

Y usted como hombre de Dios, con un llamado de Dios, no puede tener la vista corta, sino que tenemos que buscar ensanchar el territorio, el llamado, el ministerio. Porque usted no es el único por quien murió Cristo, porque las almas no son las de su hogar, las almas no solamente son las de su calle, las almas no solamente son las de su comunidad, las almas no solamente son las de su país, sino que las almas a alcanzar son las de todo el mundo. Las de todo el globo terráqueo. 

Y Dios te ha llamado a transformar naciones, Dios te ha llamado a transformar pueblos, Dios te ha llamado a ir hasta los confines de la tierra, llevando el poder del evangelio. Para salvación de las naciones. Él te quiere enviar a las naciones, él quiere romper la barrera, él quiere correr las estacas para que el territorio sea ensanchado. Jabes pidió: Ensancha mi territorio, Jabes clamó: ensancha mi territorio. 

“Si sobre esta tierra existiera un solo hombre convertido a Cristo, tendría el poder suficiente para alcanzar y transformar todo el universo, porque Dios ha dado cosas grandes en el llamado.” 

Clame a Dios, ensancha mi territorio y no se quede confinado a usted, ni a su grupo familiar, ni a su comunidad, sino que sea extendido en una visión amplia, en una visión grande para Dios, para servirle a Dios. Porque las almas se pierden. La gente se está perdiendo, las iglesias se están enfriando, muchos se están volviendo al mundo, muchos se están desviando, gentes que se están torciendo, ministros desviados, doctrinas erradas, erráticas están fluyendo por el mundo. 

Porque no hay gente como Jabes, que busquen ser ilustres en el Señor, que busquen ser diligentes en los secretos de Dios, que busquen pedir a Dios cómo se maneja el don que tienen. 

¿Cómo se maneja el ministerio, como se manejan los dones, cómo se manejan los talentos? ¿Cómo se maneja el don por ejemplo de lenguas? Hay gente que recibe el don de lenguas y hasta allí llega. Pero hay otros que conocemos los misterios de hablar en lenguas, y sabemos que cuando oramos en lenguas estamos hablando con Dios, y estamos conociendo los secretos de Dios. Que cuando estamos orando en lenguas podemos reprender al diablo, y echar fuera los principados y las potestades, porque sabemos que es un don de poder. 

No ore en lenguas para que los demás lo vean, cuando usted ora en lenguas sabe que puede penetrar esa densidad de los aires y puede echar fuera al principado que actúa sobre una zona determinada. Porque es un don poderoso, y el don de lenguas atrae los demás dones, Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. 1Cor.13:2 

Jabes indagaba con audacia en los misterios de Dios, usted así mismo tiene que investigar. Dios te dio el ministerio, Dios te dio el don, ¿cuál es ese don, cuál es ese ministerio? Si usted es maestro, investigue qué significa ser maestro de la palabra. Pero no para que tenga un concepto teológico e intelectual, no para tener una información racional, sino para que sepa que es ser maestro de la palabra de Dios. Para que sepa cómo se debe ejercer el ministerio de maestro. Porque mucha gente piensa que ser maestro es explicar la teología y la revelación de la palabra, no solo eso es ser maestro de la palabra. 

El mundo, desde que el hombre “cayó”, el enemigo empezó a confundir la mente del ser humano, allí hubo una transformación donde el espíritu del hombre quedó relegado, y la parte de "alma" del hombre era quien gobernaba junto con su carne. 

El pensamiento de Satanás empezó a fluir por el mundo desde ese entonces hasta nuestros días. Usando en este tiempo medios de comunicación, radio, televisión, las culturas, las costumbres y todo tipo de formación para extender sus principios de maldad, llenando la mente del hombre con la basura del mundo. Así al pasar las generaciones se trasmite la maldición y el concepto del príncipe de este mundo, de generación en generación. Es decir se va trasmitiendo la palabra del mundo. 

El que ha sido llamado a ser maestro tiene que ejercer la palabra de Dios para contrarrestar la palabra del mundo e implantar el reino de los cielos, la cultura de Dios. El que es maestro ejerce con autoridad la palabra para derrocar los pensamientos, las obsesiones, las ataduras mentales que tiene la gente, y lo realiza a través de la palabra eficaz de Dios. 

Entonces el ser maestro es un hombre que conoce el mundo espiritual y que puede derribar la fortaleza que hay en la mente de la gente producto del espíritu de derrota, ruina, maldad, etc. Para que reconozcan que hay una palabra de poder que puede habitar en su vida, y como dice el Señor:”Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” Juan 15:7 

Porque la palabra habita. Entonces el ser maestro implica que usted deposita la palabra de Dios en la persona que escucha el mensaje, la enseñanza. No introduce apenas el concepto teológico, sino imparte la palabra, pues Jesús dijo: “mis palabras son espíritu y son vida”. Y cuando esto ocurre se revientan cadenas, ataduras en los hombres y se levantan hombres que están llenos de la palabra de Dios. Y conociendo las artimañas del enemigo pueden entonces caminar en victoria. 

Es importante indagar en lo que Dios te ha dado, ¿Qué te dio Dios? Tenemos que ser ilustre como Jabes. Ser diligentes, inquirir en la presencia de Dios. Pedir a Dios sabiduría entendimiento, de los misterios de los dones, de los talentos, del llamado. Hay muchas personas que tienen el don de sanidades y su ejercicio se limita a ir a orar por sanidad en los enfermos, pero tenemos que ir al secreto del Señor y él nos revelará los misterios de los dones de sanidades, para que entonces se hagan cosas grandes y prodigiosas. Eso hizo Jabes, inquirió profundamente en el Señor. 

ANHELANDO LA MANO DE DIOS 

"y si tu mano estuviera conmigo". Gloria a Cristo, hermanos. Hay unas cosas bien poderosas en estas palabras: “y si tu mano estuviera conmigo”. 

Conozco gentes que se levantan desde muy de madrugada, y trabajan hasta que se oculta el sol y más allá, trabajando arduamente, trabajan duro, y nunca tienen nada. Y lo que tienen se va, se evapora. 

Jabes sabía que tenía que depender de Dios para que prosperara la obra que hacía. Necesitaba que Dios estuviera laborando con él en todo lo que se proponía hacer. Sin la mano de Dios, todo lo que tú hagas, aún para Dios, pede ser vano. 

Escucha: Lo que tú hagas aún para Dios, sino está la mano de Dios contigo, no prosperará. Porque no fructificará. Por eso Jabes oró:”Si tu mano estuviera conmigo”, necesitaba que Dios actuara en él, que Dios actuara con él. Que cuando él caminara era porque Dios estaba caminando con él. Que cuando hiciera algo para Dios, Dios estuviera en el asunto. 

Por eso Moisés también dijo: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.” Y cuantas veces nosotros salimos a hacer sin que Dios esté con nosotros, aunque tengas la buena intención, y puedes querer hacerlo para Dios, pero nunca prosperará como debe prosperar.

“y si tu mano estuviera conmigo”, ¿sabe qué significa? Él imploró, él anheló vehementemente, entró profundamente en el Señor y le rogó a Dios. 

Usted tiene que entrar en esa presencia íntima con Dios, en lo más profundo en el secreto del Señor, orar allí con Dios. En el corazón de Dios. Allí con el Señor di: ¡oh, Señor, si tu mano estuviere conmigo! Necesito que tu mano esté conmigo. 

Usted tiene que entrar en esa presencia íntima de Dios. Conocer bien al espíritu de Dios. Para que allí el Señor esté con usted y le de nuevas fuerzas, y se levante con la fuerza de Dios para alcanzar los logros, las victorias con el poder de la mano de Dios en su vida.

“Si tu mano estuviera conmigo”. 

Muchos de nosotros salimos y hacemos y vamos, y negociamos y actuamos, pero la mano de Dios no está con nosotros, luego entonces le decimos: ¿Señor y dónde estás? Te he servido, mira cuantos años sirviéndote, mira cuanto tiempo predicando tu palabra, mira cuanto tiempo haciendo esto y no estoy viendo las bendiciones. Dios te dirá: Ven acá, es que hace mucho tiempo tú me dejaste atrás y saliste adelante.

“y si tu mano estuviera conmigo”, el anhelo, él sabía que era necesario que Dios estuviera con él en el asunto de su vida. Necesitas saber que Dios debe estar contigo en el asunto de tu llamado, de tu ministerio. Saber que Dios está allí. Hoy le aconsejo, que profundice mucho en eso: Que Dios esté con usted. 

A veces que nos da por orar, orar y orar. Gloria a Dios, pero ¿cuántas veces estamos gimiendo en la presencia de Dios? Anhelando que Dios more con poder en nuestros corazones. ¿Cuántas veces hemos anhelado que Dios esté con fuego en nuestros corazones? ¿Cuántas veces hemos gemido para que Dios permanezca en lo más profundo de nuestro corazón? Necesitamos gemir en su presencia, necesitamos gemir a Dios. Necesitamos llorar en la presencia, en la gloria del Señor. Entonces Dios hará maravillas.

“Usted tiene que entrar en esa presencia íntima con Dios, en lo más profundo, en el secreto del Señor, orar allí con Dios. En el corazón mismo de Dios.” 

La biblia dice que cuando ores, entra en su presencia, cierra la puerta y ora a Dios, que tu padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Esto significa que usted debe estar en lo más íntimo, en la presencia misma de Dios, allá escondido, en el corazón de Dios, gimiendo y rogando dentro de Dios. Cuando usted salga de allí va a ver la misma gloria del Señor. Dios te va a recompensar en público. Vendrán las almas, vendrán las sanidades, la palabra de poder, vendrán los milagros de Dios, porque él te va a recompensar afuera, en lo exterior. Pero búscalo en lo interior. Búscalo en el corazón. Penetra en su presencia, en lo más hondo de Dios, en la intimidad con Dios. 

Muchos hombres de la biblia hablaban así con Dios, como dice la escritura en Éxodo 33:11 “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como cualquiera a su compañero”. Moisés entraba en esa presencia de Dios. Muchas veces en esa presencia no hay palabras, a veces hay gemidos, a veces espera, pues estamos allí metidos en lo más íntimo con Dios. Cuando Moisés salía, su rostro era resplandeciente. Por la gloria del Señor. Queremos ser resplandecientes en lo exterior, cuando en realidad no hemos buscado la luz resplandeciente en lo interior. 

LIBRADOS DEL MALIGNO 

"y me libraras de mal, para que no me dañe". Todos tenemos la confianza en Dios. Pero Jabes sabía que él necesitaba que Dios le defendiera porque había fuerzas externas que podían arruinar el plan de Dios en su vida. Hay un mundo espiritual de maldad. 

Por eso Jesús dijo: “Hay viene el príncipe de este mundo y él nada tiene en mí”. Jesús podía identificar la presencia y las fuerzas del mal, Jesús sabía que había alguien que se le estaba oponiendo. Y si Jesucristo hubiera sabido que el diablo tenía fuerzas de maldad para oponerse al plan de Dios, no lo hubiera ido a vencer en la cruz. Pero por cuanto lo supo fue y lo venció. Aún pablo dijo:”no ignoremos sus maquinaciones”. 

Muchas veces estamos trabajando en el ministerio, he escuchado ministros que dicen: “si yo no me meto con el diablo, él no se mete conmigo”. Desconociendo lo que dice la escritura, Jesús hablando: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir”, habla de la naturaleza de un enemigo que ejecuta una acción conjunta: hurta y mata y destruye simultáneamente. Es un instinto animal, no es una reacción, sino la naturaleza de su acción. Su obsesión es acabar con la simiente de Dios. Acabar con su vida y su ministerio. Más Jesucristo dijo: “Y yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”

El diablo siempre va a querer traer enfermedad sobre tu vida, él siempre va a buscar que tu no surjas, porque el sabe que cuando se levante un hijo de Dios, con la estatura de Jesucristo, el varón perfecto, su ministerio va a empezar a temblar porque se vendrá abajo por la acción del poder de Dios en sus hijos. Por esa razón Satanás le tiene pánico a los hombres que conocen sus artimañas. Tratando siempre de esconderse para burlar a los hijos de Dios. Pero Jabes siendo un hombre ilustre, como muchos de nosotros que vamos a indagar en la presencia de Dios, vamos a discernir las fuerzas del mal que se opongan, pero no les tememos porque Dios nos dio la autoridad para hollar serpientes y escorpiones. 

DÁDIVA DIVINA 

"Y le otorgó Dios lo que pidió": Jabes estaba pidiendo de una manera correcta, pues Dios no solo le dio, sino que dice le otorgó, como si fuera un premio, como un reconocimiento, le otorgó, le concedió. No fue una respuesta simple a una oración, sino más bien la respuesta de Dios fue un reconocimiento a su actitud, a su búsqueda a su comunión, a una vida íntegra, a una dependencia que él tenía de Dios. Dios entonces lo premió respondiendo sus oraciones. 

Dios puede hacer cosas grandes con usted, así como lo hizo con Jabes. No sé cual sea su nivel espiritual y su compromiso con el Señor, pero aún hay más para usted, porque el depósito de Dios no está en escases.

SOLI DEO GLORIA. 

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