CAPITULO 19
RENACIDO
DE SIMIENTE INCORRUPTIBLE
Jesucristo vino a hacer disponible el nuevo nacimiento. Algunas personas creen que los apóstoles fueron renacidos mientras Jesús estuvo aquí; pero si los apóstoles hubieran podido renacer mientras Jesús estuvo en la tierra, Jesucristo no hubiera tenido que morir en la cruz del Calvario; Dios no hubiera tenido que dar el espíritu santo. El problema con muchos maestros bíblicos es que no consideran el hecho de que uno no puede tener algo hasta que esté disponible, y la salvación no estuvo disponible hasta Pentecostés. Nadie, absolutamente nadie, fue renacido hasta el día de Pentecostés. Todos hasta ese momento eran solamente cuerpo y alma, sin vida eterna.
¿Qué significa nacer por primera vez? Para nacer la primera vez uno tiene que tener simiente plantada. Renacer es tener la simiente de Dios en Cristo nacida adentro, y esta simiente es espíritu y vida.
Génesis 3:15 declara que inmediatamente después de la caída, Dios puso “enemistad [contienda] entre ti [la serpiente] y la mujer, y entre tu simiente [la simiente de la serpiente] y la simiente suya [la simiente de la mujer]”. Pero la mujer no tiene simiente; la simiente siempre viene del varón. ¿Por qué dice entonces Génesis: “la simiente suya [de la mujer]”? Porque Dios sabía que la simiente redentora nacería de mujer al concebir ella al Mesías por concepción divina. “Su simiente” era la creación de Dios dentro de la mujer. Esto es exactamente lo que dice en Gálatas.
Gálatas 3:16:
Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: y a las simientes como si hablase de muchos, sino como de [a] uno: Y a tu simiente, la cual [quien] es Cristo.
¿Quién es la simiente de la mujer? Ella no tiene simiente; pero por creación de Dios la simiente de la mujer es Cristo. Ser renacido es tener esa simiente de Dios en Cristo en usted.
1 Pedro da una característica de la simiente de Cristo que una persona recibe cuando nace de nuevo.
1 Pedro 1:23:
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
La primera vez que una persona nace, nace de simiente corruptible; pero cuando vuelve a nacer, ella es, según 1 Pedro 1:23, renacida “no de simiente corruptible, sino de incorruptible”. La razón por la que no se repite la palabra “simiente” es que esta figura literaria pone énfasis en la incorruptibilidad de la simiente y no en la simiente misma.
Cuando dice incorruptible, quiere decir incorruptible. Uno podría ahora acusarme de creer en seguridad eterna. Yo no creo en seguridad eterna; yo creo en vida eterna. De haber querido decir Dios seguridad eterna, El habría dicho seguridad eterna. El no quiere decir seguridad eterna, El quiere decir vida -vida eterna- porque es incorruptible y es simiente.
Cuando nacimos físicamente, teníamos simiente en nosotros. Cuando renacimos, recibimos otra simiente. La diferencia es que con el segundo nacimiento la simiente es incorruptible.
¿Cómo ocurre el nuevo nacimiento? ¿Cómo nace la simiente de Cristo dentro de nosotros? Este fenómeno original ocurrió en Pentecostés; y, puesto que todavía vivimos en la misma administración, estamos incluidos y somos afectados por la grandeza de ese evento. Estudiemos lo que pasó en Pentecostés cuando la salvación, el nuevo nacimiento, se hizo disponible por primera vez de modo que podamos entender su aplicación a nosotros.
1 Juan 3:9:
Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
Cuando uno nace físicamente, tiene simiente física en él. De igual manera, todo aquel que es nacido de Dios tiene que tener la simiente de Dios en Cristo en él. La Palabra dice: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado”. Cuando el hombre natural es renacido, ¿en qué parte de su ser no comete pecado? En su cuerpo y alma él todavía comete pecado; pero en esa simiente de Dios, la cual es incorruptible, él no comete pecado. ¿Por qué? “Porque la simiente de Dios [en Cristo] permanece en él”. Si la persona renacida pudiera pecar en esa simiente, la simiente no permanecería, sería corruptible. Pero la Palabra dice que esta simiente de Dios permanece.
1 Juan 3:9 declara que una persona renacida no puede pecar porque es nacida de Dios. La primera vez que yo nací, nací de mi padre y madre terrenales. Pero cuando renací, nací de mi Padre celestial, de Dios, y su simiente permanece en mí y no puedo pecar en ella. Por eso es que Su simiente es vida eterna. Es eterna porque Dios es eterno, y es vida porque Dios es vida.
Alguien podría decir: “Entonces, usted cree que una vez salvo, permanece salvo”. Yo no he leído “una vez salvo, permanece salvo” en la Palabra de Dios, al igual que tampoco he leído “seguridad eterna”. Lo único que he leído en la Palabra es vida eterna, y eso creo.
Como hombres de cuerpo y alma, la vida eterna se hace nuestra cuando somos renacidos del Espíritu de Dios. ¿Qué sucede para efectuar esto?
Efesios 2:5-9:
aun estando nosotros muertos en pecados [muertos porque el espíritu no está adentro], nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,
para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe [la fe de Jesucristo]; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
No por obras, para que nadie se gloríe.
La salvación es por gracia. Si fuera por obras, una persona se podría jactar más que otra porque había orado más tiempo o había rogado más a Dios o había confesado más pecados. Por lo tanto, un hombre tendría una salvación mejor que otro porque habría trabajado más duro para conseguirla. Afortunadamente, la salvación no es por obras; es por gracia y nada más que gracia.
Efesios 2:10:
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús…
La primera vez que nací, fui la hechura de mi padre y mi madre. Cuando renací, fui la hechura de Dios, el producto de mi Padre celestial, no en carne sino en el espíritu. ¿Piensa usted que Dios está satisfecho con Su hechura? Sé lo que mis padres terrenales fueron capaces de hacer; y estoy seguro de que mi Padre celestial, quien creó los cielos y la tierra, puede hacer una obra mejor que mi padre y mi madre terrenales. “Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús”. Esto es el nuevo nacimiento.
Después de Pentecostés, un hombre todavía es cuerpo y alma; está muerto espiritualmente. ¿A quién pertenece legalmente el hombre de cuerpo y alma? Al Diablo. Pero cuando un hombre natural renace del Espíritu de Dios, se convierte en el hijo legal de su Padre, que es Dios. El Diablo, el dios de este mundo, no tiene derecho legal sobre un hombre cuando éste es renacido.
La mayoría de las religiones orientales y algunas occidentales, enseñan que todos tienen una chispa de lo Divino nacida en ellos. Una chispa de lo Divino quiere decir que cada persona tiene un poquito de Dios en ella y todo lo que uno tiene que hacer es ventearla, alimentarla, nutrirla, y Dios se empezará a desarrollar dentro de uno. La Biblia dice que el hombre está muerto; y si una persona está muerta, está muerta. Si hay un poquito de vida, un hombre no está muerto. La Palabra de Dios dice que el hombre está espiritualmente muerto, tiene solamente cuerpo y alma. Así que si el hombre va a tener vida espiritual, Dios la tiene que crear. La palabra “crear” es usada porque la vida espiritual no ha estado nunca antes en él.
Romanos dice cómo es posible que un hombre que está muerto en delitos y pecados y sin Dios y sin esperanza sea vivificado.
Romanos 10:17:
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.
¿Cuál fe? La fe de Jesucristo. Esta fe viene cuando el hombre de cuerpo y alma oye la Palabra de Dios y cree.
Romanos 10:9:
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
¿Qué es “confesar con tu boca”? Es decirlo. ¿Tiene uno que decirlo en un altar? Romanos 10 no dice eso. Pero, ¿podría uno confesar a Jesús como su señor en un altar? No dice dónde tiene uno que confesar a Jesús como señor; la Biblia simplemente dice que confiese. ¿Tiene que decirlo una persona en voz alta? Romanos 10 no lo dice; es posible confesar al Señor Jesucristo silenciosamente sin hacer un sonido audible.
“Confesares con tu boca” no dice confesar los pecados de uno. Si hubiera dicho “confesares tus pecados”, la salvación sería por obras; y nosotros no somos salvos por obras, sino por gracia. Un hombre no confiesa sus pecados; confiesa al que salva del pecado, al Señor Jesucristo.
Me pregunto cuántos miles de personas creen que son renacidas del Espíritu de Dios pero en realidad no lo son. Puede que tengan un sentimiento interno de que están salvos, pero un sentimiento no los salva. Una persona es salva por el ser renacida del Espíritu de Dios. Los sentimientos van y vienen, pero la Palabra de Dios vive y permanece para siempre. Yo podría ir al altar, vocear todos mis pecados, y obtener un sentimiento bueno. Pero una persona puede obtener ese mismo sentimiento bueno en el sofá de un psiquiatra. Nosotros no somos salvos por sentimiento, somos salvos por hacer lo que la Palabra dice. Ella dice: “confesares con tu boca que Jesús es el Señor”. Eso es, di: “Jesús, tu eres señor en mi vida”. ¿Quién ha sido señor mientras una persona es solamente cuerpo y alma? La persona misma. Pero ahora esa persona va a cambiar de señores cuando confiesa con su boca un nuevo señor-Jesucristo.
Eso es lo que dice; pero eso no es todo. Romanos 10:9 dice además: “y creyeres en tu corazón”. El corazón es la sede de la vida personal. Hoy en día, nosotros diríamos: “Creyeres con toda tu mente, toda fuerza, todo tu ser”. ¿Qué debe creer una persona? ¿Qué Jesucristo es el profeta más grande de todos los tiempos? No. La Palabra dice: “creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos”. Uno debe confesar con su boca que Jesús es el señor, y creer en lo más profundo de su ser que Dios le levantó de los muertos; entonces un hombre será-absolutamente, indiscutiblemente-salvo. ¿Cuándo? No cuando muera, sino en el momento que confiese que Jesús es el señor y crea que Dios le levantó de los muertos.
De todos los grandes líderes religiosos solamente hay uno que ha sido levantado de los muertos y ese es Jesucristo. Esta es la prueba de que él es el Hijo unigénito de Dios. ¿Cree usted que Dios levantó a Jesús de los muertos? ¿Cree que él es su señor? ¿Lo ha confesado con su boca? La Palabra dice que usted es salvo.
Romanos 10:10:
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
En el momento en que yo cumplo estos dos requisitos, soy renacido del Espíritu de Dios. Esto es vida eterna. Esta es una verdad tan tremenda que es casi increíble; pero yo sí la creo porque la Palabra de Dios es verdadera y permanece para siempre. Ahora soy Su hijo pues he confesado con mi boca que Jesús es el señor y he creído que Dios le levantó de los muertos.
En el momento que una persona confiesa con su boca a Jesús como señor esa persona es convertida, salva, renacida. Un hombre puede ser un hombre natural de cuerpo y alma en un momento dado; pero a medida que oye la Palabra de Dios y cree hasta el punto que dice: “Jesús es el señor de mi vida y sé que Dios le levantó de los muertos”, él renace del Espíritu de Dios. Esa persona ha cambiado de señores instantáneamente; está ahora de camino al cielo, y ni todo el infierno le puede impedir que vaya porque es un hijo de Dios que tiene a Cristo en él. Tiene vida eterna. Ya no es más un hombre natural porque ha recibido el espíritu proveniente de Dios.
Habiéndose creado espíritu dentro de él, la persona de nuevo tiene un punto de contacto con Dios. A diferencia de Adán, que tenía espíritu bajo una condición (como leemos en Génesis 2), los hijos de Dios renacidos durante la gloriosa Administración de la Iglesia tienen espíritu nacido en ellos como simiente. Este espíritu es dado incondicionalmente.
Cuando un niño nace físicamente, todo el potencial humano está en ese pequeño paquete. Con nutrimiento y alimentación, el niño se desarrolla y se vuelve un adolescente, luego un joven, y finalmente un adulto. El nuevo nacimiento es así. Cuando un hombre vuelve a nacer del Espíritu de Dios, tiene a Cristo en él. Todo lo que Dios es en Cristo está en él. Tiene el amor de Dios, tiene la justificación de Dios, la santificación, la redención, la justicia, la fe de Jesucristo. Esto es lo que uno recibe cuando acepta al Señor Jesucristo como su señor y salvador personal.Hay bastante religión en el así llamado cristianismo hoy en día; pero el verdadero cristianismo no es religión. La religión es lo que el hombre hace, lo que el hombre produce. El cristianismo es lo que Dios obró en Cristo y en un creyente cuando éste renace.El cristianismo es la obra de Dios, no la obra del hombre. El cristianismo es la relación de un Padre con Su familia. Dios es nuestro Padre y nosotros somos Sus hijos; El nos ha hecho hijos Suyos y nosotros hemos renacidos de Su simiente.
Cuando un hombre renace del Espíritu de Dios, este hombre de cuerpo y alma tiene entonces espíritu. El hombre no se libró de su cuerpo y alma cuando nació de nuevo. Todavía tiene los cinco sentidos como un medio de aprendizaje. El rasgo añadido que viene con la salvación es que la persona renacida tiene espíritu así que se puede comunicar con Dios. El creyente puede ahora recibir información proveniente de Dios tanto por espíritu como a través de sus sentidos.
El espíritu dentro del hombre es aquello que es vida eterna.
La salvación no es ganada; es un don de Dios.
Romanos 6:23:
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
1 Juan 1:1,2:
Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida.
(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba el Padre, y se nos manifestó).
1 Juan 2:25:
Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.
1 Juan 5:11,12:
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
“El que tiene al Hijo, tiene la vida”. El espíritu en él es vida eterna. Pero “el que no tiene al Hijo”, todavía no tiene vida. Ese hombre tiene vida natural, pero no tiene vida eterna.
El versículo 12 de 1 Juan 5, y varios otros como ese, han causado problemas a causa de la enseñanza popular de que todos van al cielo y que no importa a quién adora uno, o qué cree uno, porque todos se dirigen hacia el mismo lugar. Aun así la Palabra dice que si una persona tiene a Cristo, tiene vida; y si no tiene a Cristo, no tiene vida. Si usted quiere discutir con la Palabra, siga discutiendo con ella. Usted tiene que decidir por su propia cuenta si quiere creer la Palabra de Dios o las palabras de los hombres. Esta Palabra de Dios, y las palabras en ella, han permanecido por siglos. Pero las palabras de hombres a quienes he conocido y hombres a quienes usted ha conocido no han permanecido por siglos. Ellos van y vienen; a veces se prueba que están en lo cierto, otras veces que están equivocados. Prefiero arriesgar mi salvación eterna en la exactitud de Dios antes que escuchar a hombres, especialmente hombres que tiene una actitud derogatoria hacia la Palabra. Prefiero apostar mi vida en la integridad y exactitud de la Palabra de Dios antes que arriesgarla en lo que algún hombre dijo y encontrar más tarde que él estaba equivocado. Suponga que la Biblia es correcta, suponga que la exactitud de la Palabra de Dios es verdadera, y suponga que no lo creemos y, al final, resulta que hay un cielo. Nosotros nunca lograríamos llegar. Tenemos todo para ganar creyendo la Palabra de Dios y nada que perder. Tenemos todo para perder y nada que ganar creyendo lo que dicen los hombres. Nosotros que tenemos al Hijo tenemos vida.
1 Juan 5:13-15:
Estas cosas os he escrito a vosotros que [quienes] creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre de Hijo de Dios.
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
1 Juan 5:20:
Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y [esta es] la vida eterna.
El hombre de cuerpo y alma puede creer tan fácilmente y recibir vida eterna, que es el don más grande que Dios haya dado jamás al hombre en lugar alguno, en momento alguno.
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