lunes, 21 de marzo de 2011

Jesús y las tempestades de la Vida




Mateo 14:22-33

Todos nosotros pasamos en algún momento de nuestra existencia por grandes dificultades que son como tempestades en la vida. Las tempestades casi siempre nos llegan de sorpresa. En el pasaje bíblico relata, que los discípulos de Jesús entraron en la barca según lo ordenado por su propio Maestro. Lo interesante del relato es que, en esa obediencia, ellos fueron alcanzados por una tempestad desoladora. Durante toda una noche ellos remaron, pero la barca estaba en el centro del peligro, amenazada de ser naufragada y hundirse con todos ellos y sus cosas que traían.  Y en el momento más desesperante, angustiados por las ondas del mar, cuando las esperanzas se estaban desvaneciendo, sus fuerzas agotadas y sin poder luchar por sobrevivir, Jesús apareció para encontrarse con ellos.

Jesús siempre viene a buscarnos a la hora de nuestra tempestad. Cuando nuestras fuerzas parecen estar agotadas, sin esperanzas para resistir, cuando la noche está más oscura y tenebrosa. Es en esa hora que Jesús aparece para socorrernos, para auxiliarnos y devolvernos la paz. Él viene a nuestro encuentro para ayudarnos. Aún en la cuarta vigilia de la noche. En la hora más oscura, más tenebrosa, cuando el problema nos encierra, cuando las aflicciones nos rodean, cuando una enfermedad llega, cuando el desespero causado por el dolor y el temor nos hace gritar, nos asfixia y nos hunde. Es en esa hora que Jesús llega a salvarnos. Y la pregunta que surge es: ¿Qué es lo que él viene hacer en nuestras vidas?

En primer lugar, Él viene para calmar nuestro propio corazón. Jesús les dice a sus discípulos: ¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo”.  Es interesante observar que antes de calmar el mar, Jesús calmó a sus discípulos, él quiere liberarnos de nuestros temores y angustias. Porque la tempestad que estaba dentro de ellos era mayor que la tempestad que estaba afuera. Esto significa que, muchas veces, nuestro problema no es la circunstancia y si nuestros sentimientos. A veces el mayor problema que enfrentamos no son las circunstancias , pero sí el sentimiento que alimentamos en el alma. De nada sirve calmar el mar, sin calmar el corazón. De nada sirve calmar las situaciones externas sin calmar nuestras angustias internas y sentimientos. Entonces cuando Jesús viene a nuestro encuentro, él viene primero para calmar, tranquilizar la tempestad de su corazón, Él llega para apaciguar el huracán  de temores y miedos que arrasa su pecho y que es mayor que las ondas tempestuosas que están afuera arrastrando el barquito de nuestra existencia.

En segundo lugar, la Palabra de Dios dice que cuando Jesús llega a socorrernos de las tempestades de la vida, Él viene para mostrarnos que Él es Soberano. Dice la Biblia que cuando Jesús fue a salvar a sus discípulos, Él vino andando sobre el mar. Esto tiene dos lecciones para que la tengamos en cuenta: La primera lección es que en el libro del Profeta Nahum nos informa que “ … Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies” (Nahum 1:3). ¿Sabe usted lo que significa esto? Que muchas veces el problema que está viviendo es el camino de fácil acceso que Jesús encuentra para llegar a su vida. Muchas veces Dios entra por la puerta del sufrimiento por la que usted atraviesa, Él hace su camino y su encuentro en la tormenta. La segunda lección: es que el mar, las ondas impetuosas, el mar tormentoso era exactamente aquello que conspiraba contra los discípulos, amenazaba y les causaba miedo. Y cuando Jesús viene andando sobre el mar, Él está diciendo lo siguiente: “…aquellas cosas que les causan aflicciones, que los amenazan y les infunden miedos y ansiedades, todas esas cosas que conspiran contra ustedes, está literalmente debajo de mis pies. Yo soy quien tiene el control y el dominio total sobre aquello que los domina y los aflige, que los intriga y amenaza dejándolos temerosos y avergonzados”.

De modo pues, que cuando Jesús viene a su encuentro en las tempestades, Él viene para decirle que todos los vientos tempestuosos, que todas las ondas devastadoras que conspiran contra nuestra vida están debajo de sus pies. Él viene para mostrarnos que su problema, aquello que le amenaza y le deja en peligro donde parece que no le encuentras solución, aquello donde usted ya luchó, se esforzó, donde hizo muchas cosas con determinación y no consiguió resolver…, todos esos vendavales de problemas se encuentran debajo del control soberano de Dios. La verdad es que yo no sé cuál es el problema que aflige su alma en este momento, pero una cosa le puedo garantizar que Jesús sabe qué problema es ese y que Él es mayor que el problema que le atormenta. Todas sus dificultades y luchas están debajo de los pies de Jesucristo.

En tercer lugar, ¿qué es lo que Jesús viene hacer, cuando Él llega a socorrernos de las tempestades de la vida?  Él viene a levantar al caído. Cuando Pedro ve a Jesús, en un arrojo de entusiasmo, le dice: “Señor, si eres tú, mándame que vaya a ti sobre el agua. —Ven —dijo Jesús. Y de un salto, desciende de la barca y comienza andar sobre las aguas, pero después llenándose de miedo por el mar enfurecido, se hundió. Pero el texto sagrado dice que en ese momento de debilidad e impotencia de Pedro, Jesús lo tomó por la mano y lo socorrió.

Quien sabe, querido lector, ¿si esa no es su situación? Está usted siendo tragado por las aguas traicioneras y borrascosas de las dificultades, pero déjame decirle una cosa, que Jesús viene a nuestro encuentro para levantar al caído, llega a tiempo para extender su mano de aquel que se está ahogando y hundiéndo. Así como Él levantó a Pedro que naufragaba, también él levantará su vida… , lo pondrá en pie y lo librará del peligro.    

Pero en cuarto lugar, después que Jesús lo saca a usted de las gargantas del mar enfurecido, la Palabra de Dios dice: Que él calma la tempestad y aplaca los vientos fuertes, aquieta las circunstancias, Él trae la paz, la bonanza para su vida y para su alma.
           
         La Biblia dice que la tempestad no va a durar toda la vida. Que el llanto puede durar una noche, pero la alegría viene por la mañana. Déjeme decirle una cosa que lo llenará de esperanza y consuelo: si usted está viviendo un momento de problemas muy grandes, usted está muy cerca de experimentar un tiempo de gran bonanza y paz. Porque cuando usted ve un valle muy profundo, recuerde que aquí está el comienzo de una gran montaña. La bonanza vendrá. El Señor viene a su encuentro para calmar el vendaval de su vida.

         Que Dios bendiga su vida grandemente.

         Rev. Ruben Dario Daza.

2 comentarios:

  1. Rev. Ruben, este mensaje es profundo, me tocó a mi vida. De evrdad que pasamos por tempestades pero Dios permite y desea que seamos capaces de soportar y triunfar sobre ellas. Gracias, muy bonito. La nusica es genial, no me dan ganas de salir sino de quedarme escuchando bastante tiempo.Chao

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  2. Dios te bendice, Ruben, llegue hoy de mi retiro y me encontre con tu portal, me gusto el mensaje y muy apropiado. Paty D.

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