martes, 11 de octubre de 2011

CRISTOESTIMA: LO QUE SOY EN CRISTO JESÚS


 

CRISTOESTIMA: LO QUE SOY EN CRISTO JESÚS

 

En esta ocasión deseo compartir un aspecto básico e indispensable en la vida práctica de todo hombre y mujer que se interesa por mantener una relación armoniosa con Dios y por cumplir su voluntad; y que dicho sea de paso, ha sido pobremente discutido y abordado en las congregaciones de corte religiosa independientemente de la denominación que sean, bien porque no se le ha prestado la debida atención e importancia que realmente se merece; o bien por el propio desconocimiento que existe alrededor del tema, me refiero concretamente al asunto de la AUTOESTIMA.
 
Podríamos preguntarnos ¿cuál es la relación de la autoestima con la necesidad de fortalecer nuestro vínculo con Dios?, pues la respuesta es MUCHA, ya que según lo abordaremos en esta oprtunidad, aprenderemos que el gozar de una saludable autoestima, es un factor que concede paz a nuestro corazón, la cual es indispensable para interactuar con Dios y para poder invocar su nombre con toda libertad en el momento que le deseemos y necesitemos.
Es de suprema importancia iniciar recordando que dentro del invaluable legado que nos ha dejado nuestro amado Señor Jesus, se encuentran el primero y más grande mandamiento (el cual ya fue abordado en una ocasión anterior); y el segundo mandamiento, que está muy relacionado al primero y que expresa lo siguiente:
Mateo 22,39:
Y el segundo es semejante:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
A simple vista del versículo, podría pensarse que Dios se encuentra dando un rol más protagónico a nuestro prójimo que a nosotros mismos, sin embargo al analizar el texto con una mayor atención, apreciamos que la instrucción consiste precisamente en amar al prójimo DE LA MISMA FORMA en que nosotros nos hayamos amado primero. En otras palabras, ANTES de pretender cumplir esta disposición espiritual, es necesario realizar un auto análisis a fin de constatar si en realidad nos encontramos amando a nosotros mismos.
De lo anterior se concluye que el orden de escala establecido por las Sagradas Escrituras en cuanto al segundo mandamiento, es: primero yo y después mi prójimo, puesto que Dios no concibe que sea posible AMAR “HACIA AFUERA”(prójimo), sin antes haber aprendido a AMAR “HACIA ADENTRO”(yo), lo cual resulta ser sumamente necesario y elemental para cumplir al pie de la letra dicho mandato.
El gran problema del hombre y la mujer de hoy en día en relación con lo anterior, consiste en que no se nos ha enseñado a amarnos a nosotros mismos, ni en las iglesias, ni fuera de ellas, ni dentro del seno familiar, ni mucho menos en nuestras sociedades, lo cual se vuelve en una clara limitante para que manifestemos esta clase de amor de la forma que Dios desea.
Este es el punto medular que pretendo desarrollar y del cual deseo que salgamos muy bendecidos, puesto que el hecho de no amarnos a nosotros mismos, genera como consecuencia una lógica baja autoestima en nuestras vidas, razón suficiente para estropear nuestra comunión con Dios.
Muchos podrían ser los factores que producen una baja autoestima en nuestros corazones, sin embargo entre las razones más habituales se encuentran las siguientes:

De acuerdo a lo anterior, todas estas razones desembocan en la formación de una pobre autoestima, puesto que hoy en día tenemos afincados nuestros pensamientos sobre puntos de referencia que NADA tienen que ver con los pensamientos que Dios tiene acerca de nosotros. Es por esta razón que Dios afirma en Isaías 55,8 que nuestros pensamientos no son sus pensamientos.
Deseo que tengas muy presente que todo hombre y mujer que desea amar a Dios por sobre todas las cosas y amar al prójimo como a sí mismo, JAMÁS debería de vivir con pensamientos de auto critica y auto conmiseración, puesto que este comportamiento no producirá una autoestima suficiente para llegar a amarse hacia sí mismo, elemento fundamental para cumplir el segundo mandamiento.
El resultado de llegar a amar al prójimo como a sí mismo, involucra el poder compartir con otros un amor sincero, limpio, transparente, sin manchas ni hipocresías, puesto que debe de brotar de lo más profundo de nuestro interior en ABUNDANCIA en favor de los demás. Este “efecto cascada” del amor, se encuentra íntimamente relacionado al Espíritu Santo que nos ha sido dado:
Romanos 5,5:
Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios
ha sido derramado en nuestros corazones por el
Espíritu Santo que nos fue dado.
Observemos la claridad y precisión de las Escrituras en cuanto a este punto, puesto que nos ayuda a comprender que si nos ha sido dado algo (amor de Dios) que literalmente “se derrama” en nuestros corazones, lógicamente quiere decir que tenemos “ese algo” en una cantidad suficiente no solo beneficiarme a mí mismo, sino para compartirlo hacia otras personas que también lo necesitan.
La puesta en marcha de este proceso “virtuoso” del crecimiento del amor de Dios, debería ser la pauta fundamental que marque la diferencia entre los hijos de Dios y los hijos de desobediencia, sin embargo muchos cristianos viven en un estado de total infelicidad e insatisfacción constante hacia sí mismos, lo cual produce una falta de estima personal, situación opuesta a la forma en que Dios desea que nos veamos y nos valoremos.
Efesios 2, 1-2:
Y él os dio vida a vosotros, cuando
estabais muertos en vuestros delitos y pecados
en los cuales anduvisteis en otro tiempo
siguiendo la corriente de este mundo, conforme
al príncipe de la potestad del aire, el espíritu
que ahora opera en los hijos de desobediencia.
He aquí el punto focal, el meollo de la cuestión, puesto que la autoestima que Dios desea para sus hijos, no es una autoestima que se rige conforme a la corriente o a los criterios establecidos por este mundo, puesto que éstos son confeccionados a la medida del deseo de Satanás: “tanto tienes, tanto vales…” “tu vida no vale nada… miserable de ti” etc. Sino más bien, debe ser forjada y solidificada a partir de los parámetros establecidos en la Palabra de Dios. Es por esta razón que el nombre más apropiado para describir a la autoestima según Dios es CRISTOESTIMA. (1)
Cristoestima significa entonces valorarnos POSITIVAMENTE a nosotros mismos SIN tomar en consideración todo lo bueno o malo que hayamos hecho en el pasado; o sobre los muchos o escasos bienes que poseamos, sino más bien valorarnos en función de lo que Dios ha logrado en nosotros a través de Cristo Jesús. Se requiere de nuestra convicción personal para ejecutar el proceso de limpieza interna en nuestros corazones, en el cual expulsamos ideas o conceptos equivocados aprendidos por el mundo. Es también un proceso de enjuagar nuestras heridas y perdonarnos a nosotros mismos, reconociendo que somos y valemos lo que Dios dice que somos y valemos.
La escasa cristoestima viviente en nuestros corazones, se debe en primer lugar al desconocimiento que existe sobre las Sagradas Escrituras, las cuales establecen de una forma muy evidente el concepto y posición espiritual que Dios tiene acerca de nosotros, sobre lo cual destaquemos algunos ejemplos:

Si VERDADERAMENTE valoráramos la percepción que Dios tiene acerca de sus hijos, ¿Existiría alguna razón para estar tristes? Para condenarnos por acciones de nuestro pasado? Para sentirnos infelices por el concepto o la opinión que otros tienen sobre mi persona?. Las respuestas son NO en cada uno de los casos. Es necesario que recuperemos el verdadero sentido y significado sobre el valor que tenemos para con nuestro Padre Celestial, Él expresa en su Palabra de una forma muy categórica que somos LO MEJOR con lo que puede contar sobre esta tierra!!!. Él tiene magníficos pensamientos acerca de nosotros, sin embargo hay que aclarar que este logro no ha sido obtenido por nuestros propios méritos, sino más bien por el estado espiritual de HIJOS DE DIOS que ostentamos gracias a la valiosa sangre derramada por Jesús en la Cruz del Calvario en nuestro favor. (Efesios 2,13)
Notables son todas y cada una de las cualidades que Dios tiene acerca de sus hijos, podríamos incluso crear un libro completo para describir cada una de ellas, sin embargo deseo resaltar el calificativo concedido de EMBAJADORES, el cual es un titulo sumamente honorifico, puesto que un embajador es un alto funcionario diplomático acreditado ante un gobierno extranjero para servir como representante oficial de su país y además gozan de inmunidad diplomática.
Esto es precisamente lo que somos para Dios: EMBAJADORES EN CRISTO, es decir diplomáticos revestidos con el espíritu santo y por lo tanto gente digna de su confianza para poder ostentar la representación del reino de los cielos sobre la tierra, encontrándonos facultados para otorgar visas celestiales a todo hombre y mujer que tenga hambre y sed de justicia de Dios; todo ello sin mediar trámites burocráticos y costos económicos excesivos, puesto que el precio ya está totalmente pagado por Jesús en la Cruz del Calvario.
Efesios 1, 18-19:
Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento,
para que sepáis cuál es la esperanza a que él os
ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su
herencia en los santos,19. y cuál la supereminente
grandeza de su poder para con nosotros los que
creemos, según la operación del poder de su fuerza,

Alumbrar los ojos del entendimiento conlleva dejar de prestar atención a la vanidad y a la porquería que nos ofrece este mundo. Por el contrario, implica VALORAR quienes somos en Cristo Jesús, valorar la esperanza que hemos recibido al convertirnos en hijos de Dios, valorar las riquezas de su gloria concedidas en nuestro favor a través del título de una herencia, que hoy por hoy se encuentra reservada en la caja fuerte celestial, pero que conforme a los tiempos de Dios, será repartida a todos los que amen a Dios con todas sus fuerzas y amen a su prójimo como a sí mismos.
Esta es sin duda, una nueva filosofía de ver las cosas en nuestras vidas, es la percepción que me lleva a obtener paz con migo mismo, a perdonarme por mis errores del pasado, a sentirme libre con la libertad que Cristo me hizo libre (Gálatas 5,1). Si en verdad hacemos el esfuerzo para llegar a limpiar nuestro corazón hasta este grado tan sublime y espiritual, la CRISTOESTIMA verdaderamente vivirá en nuestro corazón y finalmente conoceremos QUIENES SOMOS en realidad y QUIEN ES Dios y CUAL es su voluntad para con nosotros, la cual anticipo que es agradable y perfecta (Romanos 12,2).


Este artículo fué postado por el Pastor Max Ventura (Teólogo Bíblico), de la Iglesia de la República de El Salvador (América Central).

1 comentario:

  1. Gracias por este material me ha sido de gran ayuda para conocer el lugar que Dios me ha dado como su hijo. Lugar que fue pagado muy pero muy caro copn cada gota de la Preciosa sangre de Cristo.
    Dios le cuide y le guarde.

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